Acompañar en la Soledad
“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados,
y yo
os aliviaré” (Mt 11,28)
Mensaje de los obispos de la Comisión Episcopal
para la Pastoral Social y Promoción Humana
Departamento de Pastoral de la Salud
Pascua del Enfermo, 17 de mayo de 2020
La Campaña del Enfermo de este año está enmarcada en una pandemia que está siendo
fuente de un gran sufrimiento. En un momento tan
doloroso como el que estamos
viviendo por el COVID-19, esta invitación de Cristo de acudir a él en busca de esperanza, de consuelo y alivio, resuena con más fuerza para que profundicemos en el misterio
de
su persona y
participemos de su Pascua, de su muerte y resurrección. De este modo, podremos acompañar
a cuantos sufren
por esta pandemia con la esperanza que procede de Cristo resucitado.
1. Estas palabras de Cristo, como
recuerda
el papa Francisco, en su Mensaje con ocasión de la Jornada del enfermo, nos “indican el camino misterioso de la gracia que se revela a los sencillos y que ofrece alivio a quienes están cansados y fatigados. Estas
palabras expresan la solidaridad del Hijo del hombre, Jesucristo,
ante una humanidad
afligida y que sufre. ¡Cuántas personas padecen
en
el cuerpo y en el espíritu!
Jesús dice a todos que acudan a Él, «venid a mí», y les
promete alivio y consuelo”.
2. “El Señor se despierta para despertar
y avivar nuestra fe pascual. Tenemos un ancla: en su Cruz hemos sido salvados. Tenemos un timón: en su Cruz hemos sido rescatados. Tenemos una esperanza: en su Cruz hemos sido sanados y abrazados para que nadie ni nada nos separe de su amor redentor (…) El Señor nos interpela y, en medio de nuestra tormenta, nos invita a despertar
y a activar esa
solidaridad y esperanza capaz de dar
solidez, contención y sentido a estas horas donde todo parece naufragar” (Papa Francisco, Homilía en la Bendición
Urbi et
orbi especial, 27/03/2020)
3. Estas palabras suponen un impulso a salir
de
nosotros mismos para acompañar a tantos como están sufriendo
las
consecuencias de esta pandemia. Tanto a los enfermos como a cuantos nos cuidan en estos momentos de especial dificultad.
Nos impulsan a reencontrar
la
vida que nos espera, a mirar a aquellos que nos
reclaman, a potenciar, reconocer e incentivar la gracia que nos habita.
4. Hemos de hacer memoria
de
nuestra esperanza para darla al mundo, especialmente a los que sufren. “Se nos ha dado la esperanza, una esperanza
fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro
presente: el presente, aunque
sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si
podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino” ( Benedicto XVI,
Enc. Spes salvi, 1).
5. El Papa Francisco nos hacía caer en la cuenta “que estábamos en la misma barca,
todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos” (Homilía en la Bendición Urbi et orbi especial, 27/03/2020). En estos días hemos sido testigos de la necesidad que tenemos
todos de ser cuidados, de la mutua dependencia, de la necesidad de ser acompañados y consolados. En el camino nos hemos encontrado con muchos “buenos samaritanos”, pero no podemos bajar la guardia
pensando que el
problema ya está solucionado. Hemos de mantenernos en ese impulso que, de manera
sutil y secreta, el Espíritu Santo suscita en tantos corazones. La
transmisión del virus, además de la enfermedad y la muerte de tantas personas
conocidas y queridas, nos trae también
nuevas situaciones de pobreza como consecuencia
de
la pérdida de muchos puestos de trabajo. Tocará acompañar otra soledad, no menos dolorosa.
6. Pero la resurrección de Cristo nos permite mirar ese futuro difícil con esperanza. “No tengáis miedo al mundo, ni al futuro, ni a vuestra debilidad. El Señor os ha otorgado vivir en este momento de la historia, para que gracias a vuestra fe siga
resonando su nombre en toda la tierra” (Benedicto XVI, Vigila Cuatro Vientos, JMJ Madrid, 20-VIII-2011).
7. Los sacerdotes,
diáconos, persones idóneas, agentes y equipos parroquiales de la pastoral de la salud, contribuís con vuestra misión a que el Señor
continúe
acogiendo y aliviando a todos los enfermos, cansados y agobiados. Gracias a
todos por vuestro generoso servicio y que el Señor Jesús os fortalezca y sea vuestro sustento para seguir el camino.
Con nuestro afecto fraternal y nuestra bendición.
Los obispos de la Comisión Episcopal
para la Pastoral Social y Promoción Humana.