José Manuel Álvarez Maqueda
Revista Iglesia en camino nº 1238
José Manuel con un enfermo en el hospital |
Compartimos la
entrevista publicada en nuestra revista semanal diocesana “Iglesia en camino”
realizada a D. José Manuel Álvarez Maqueda, capellán del hospital Perpetuo
Socorro de Badajoz y Delegado episcopal para la Pastoral de la Salud, donde nos
explica como están viviendo los capellanes de los hospitales esta crisis del
coronavirus, y cómo siguen manteniendo su presencia y disponibilidad tanto para
los enfermos como para el personal sanitario que lo precise:
¿Cómo están
trabajando los capellanes hospitalarios durante estos días?
Salvando las peculiaridades personales
de cada capellán, durante estos días mantenemos nuestra presencia y
disponibilidad para responder a la llamada del sanitario o del enfermo, en cualquier
momento que se produzca.
Procuramos prestar atención a todos los enfermos que nos lo manifiesten. Además, el hospital acoge también a enfermos con covid-19, y estos disponen de una atención muy especial por las características de la enfermedad y por la facilidad de contagio. De modo que nos obliga a todos a guardar unas necesarias precauciones, no por discriminación, sino por respeto a todos. Pero estamos convencidos de que a nadie le debe faltar la atención y la acogida que necesite.
Procuramos prestar atención a todos los enfermos que nos lo manifiesten. Además, el hospital acoge también a enfermos con covid-19, y estos disponen de una atención muy especial por las características de la enfermedad y por la facilidad de contagio. De modo que nos obliga a todos a guardar unas necesarias precauciones, no por discriminación, sino por respeto a todos. Pero estamos convencidos de que a nadie le debe faltar la atención y la acogida que necesite.
¿Qué medidas de
precaución toman?
El hospital marca las medidas de
precaución para sanitarios y personal que se relaciona con los enfermos. En
este momento llevamos bata, mascarilla, guantes, y se nos recomienda el lavado
frecuente de manos, así como el asiduo uso de los desinfectantes. Estas medidas,
unidas al mantenimiento de una distancia prudente en cualquiera de los espacios
hospitalarios donde nos encontremos, producen una sensación de distanciamiento
entre las personas que forman parte de la comunidad hospitalaria. Y,
ciertamente, vivimos momentos en que el respeto mutuo nos impone una cierta
distancia para comunicarnos. Se pretende controlar al covid-19, mientras no
conozcamos dónde se encuentra y cómo podemos protegernos mejor. Pero, a veces,
es difícil mantener esta compostura, porque los enfermos mayores y en estado de
debilidad, tienden al saludo, la acogida y el afecto compartido. No obstante,
nos conviene en este momento vivir la cercanía desde la distancia, y se puede
lograr.
¿Pueden atender
sin cortapisas a los enfermos?
Podemos atender a los enfermos
respetando las limitaciones que impone su enfermedad y las indicaciones del
personal sanitario. Hay enfermos que necesitan un aislamiento porque están
débiles y podemos dañarlos o también porque su enfermedad puede contagiarnos a
los que les visitamos. Cada enfermo puede ser visitado, pero respetando el
estado de su salud. Y finalmente los enfermos que están afectados por algún
germen muy contagioso, como puede ser el caso del covid-19, normalmente no
pueden ser visitados salvo los sanitarios que están dedicados a sus cuidados.
Estos tienen un aislamiento total y no
pueden ser visitados ni por sus familiares. Por eso estamos al lado de quienes
defienden que, en estos casos, bien se podría conseguir algún recurso electrónico
para que, al menos, a través de videollamadas, estos enfermos puedan conectar
con sus familiares más cercanos, mientras quede tiempo para facilitar el encuentro
humano.
¿Cuál es el
estado de ánimo de todo el personal sanitario?
El Estado de Alarma decretado en
nuestro país también ha afectado a los sanitarios en su confinamiento
domiciliario. Pero además acuden a su trabajo diariamente en el hospital, se
ponen su indumentaria y saben que están allí para prestar un servicio a los
enfermos que les correspondan. Por tanto, no les falta entereza,
disponibilidad, entrega y profesionalidad, pero también tienen respeto a los
pacientes con sus enfermedades. Ellos están más cerca del covid-19 y se les
nota preocupación. Algunos de sus compañeros han sido infectados y otros han
sido puestos en cuarentena domiciliaria. Y tienen familias…
¿Qué perspectivas
de futuro se barajan?
A día de hoy, las expectativas de
futuro dependen mucho de encontrar una vacuna o un tratamiento seguro y eficaz.
Pero más allá de encontrar soluciones adecuadas, esta pandemia ha generado
también un movimiento de solidaridad, desde empresas que reprograman sus
máquinas para producir recursos sanitarios, hasta redes de personas que
espontáneamente se han organizado para echar una mano en lo necesario. Este
movimiento de solidaridades nos invita a superar incluso esa tendencia obligada
a ver en el otro una amenaza infecciosa de la que hay que distanciarse y un
enemigo del que protegerse.
Una religiosa del equipo de pastoral de la Salud |
Por tanto, una lección importante que
nos deja esta crisis sanitaria es la paradójica necesidad de reconocer, que aun
en medio de la necesidad de protegernos, estamos encomendados los unos a los
otros. Quizá nunca se nos había manifestado con tanta fuerza la necesidad de
cuidarnos unos a otros en nuestra convivencia humana. Ya tenemos signos
evidentes de este cambio hacia las acciones responsables y los comportamientos
solidarios. Lo vemos con especial claridad en la dedicación que están realizando
los trabajadores de la sanidad, que se implican generosamente, en ocasiones
arriesgando su salud y sus vidas, para aliviar el sufrimiento de los más
enfermos. Lo que significa que el trabajo se realiza por valores que trascienden
la necesidad de una remuneración justa.
Junto a estos trabajadores para la
salud de los otros, encontramos también a muchos hombres y mujeres que están
invirtiendo su tiempo y energías en favor de los que en este momento lo
necesitan más. Para un creyente, toda esta gama de implicaciones en la
solidaridad, no es más que la expresión generosa de un Dios que no se esconde
en el momento de las necesidades de la humanidad. Se abre camino también desde
la incertidumbre humana de un futuro incierto, pero deseablemente esperanzador.
Fuente: Iglesia en camino nº 1238
Semanario de la Archidiócesis de
Mérida-Badajoz
Entrevista: Juan José Monte