Sor Dolores Vélez Saavedra
Hija de la caridad y enfermera
Entrevista a Sor
Dolores Vélez Saavedra, perteneciente a la congregación de las Hijas de la
Caridad de San Vicente de Paul y en enfermera en el Hospital Perpetuo Socorro
de Badajoz, publicada por el periódico Hoy el 6 de abril:
Sor Loli Vélez Saavedra no es una
enfermera al uso. Antes de enfundarse la bata de enfermera ya vestía el hábito
de las Hijas de la Caridad. Enfermera en el servicio de Cirugía Mayor
Ambulatoria del Hospital Perpetuo Socorro, ahora trabaja en el centro para
personas sin hogar que coordina Cáritas en el pabellón Las Palmeras, un 'hogar'
creado para que quienes no tienen un techo puedan quedarse en casa estos días.
–Confinados en
'casa' quienes viven en la calle. ¿Contradictorio?
–Muchos de los usuarios de ese centro
dormían ya en el albergue provisional de Cáritas en Bravo Murillo. Pero al
hacerse obligatorio el confinamiento no cabían, de modo que las instituciones
se pusieron de acuerdo: el Ayuntamiento cede el pabellón, Cruz Roja instaló las
hamacas y las tiendas de campaña, el Ejército participó en el montaje, Cáritas
gestiona el servicio y la Junta de Extremadura lo subvenciona.
–¿Está cumpliendo
su función?
–La población que hay allí lleva mucho
tiempo en la calle. Pero ahora están confinados y ésa es su casa. Tienen todas
las necesidades cubiertas en la medida de lo posible y se atiende tanto a los
sintecho de Badajoz como a los que vivían en Mérida, Almendralejo, Zafra,
Talavera… Hay 50 plazas.
–Los marginados
forman parte de su vida por vocación. ¿Qué le llevó a ingresar en las Hijas de
la Caridad?
–Su espíritu de ayuda a las personas
más necesitadas. Las conocí en el Hospital Provincial de Badajoz cuando me
preparé para ser auxiliar de clínica con las Adoratrices.
-¿Cuál fue su
primera destino?
-La Santa Caridad en Sevilla, un
albergue donde estaban las personas más desfavorecidas. Allí aprendí de las
hermanas que no había distinción, por muy tirada que estuviera la persona.
–¿Dónde la
enviaron después?
–A un hospital de La Línea en un
barrio con mucha droga. También a un piso de toxicómanas en Jerez de la
Frontera y no me olvido de un pueblo de Sevilla donde había un castillo con
habitaciones sin luz en las que vivían personas solas, muchos alcohólicos.
Íbamos a limpiarles la casa y llevar comida.
–¿Cuándo volvió a
Extremadura?
–La primera vez que trabajé aquí fue
en el Psiquiátrico de Plasencia, no me cabía en la cabeza que hubiese un
pabellón infantil, me entraron ganas de venirme a Badajoz. Pero luego disfruté
muchísimo dentro de lo que era. A fin de cuentas, yo sentía que me sensibilizaba
más con ellos porque esos niños necesitaban ternura.
–¿Cuándo comenzó
a ejercer la profesión de enfermera?
–Empecé a estudiar al venir a Badajoz
a la casa cuna, con 26 años.
–¿Es habitual que
una religiosa trabaje en el sistema público?
–En la comunidad de las Hijas de la
Caridad de Badajoz todas en aquella época trabajábamos en el SES, unas en el
Universitario y otras en el Materno o el Perpetuo.
–Pero su puesto
en el hospital no le ha impedido seguir trabajando para las Hijas de la
Caridad…
–A mí me destinaron en 1998 a la obra
social de Martín Cansado, que es donde funciona el comedor social. Allí se da
de comer, hay duchas y ropero, y se les lava la ropa… Y durante dos años
también nos hicimos cargo del albergue para la ola de frío que ahora gestiona
Cáritas.
–Ese albergue es
el que ahora se ha trasladado a Las Palmeras. ¿Se ha dado algún positivo?
–Al principio se hicieron algunas
pruebas a personas que presentaban síntomas pero todos han dado negativo. En
cualquier caso, hay 10 camas reservadas por si se produce algún contagio.
–¿Cuál es su
papel en el centro?
–El SES me dijo que si no me importaba
me fuera allí de enfermera. Otra va por la mañana. También hay un médico que va
a diario, otro facultativo y una enfermera del Cedex, otra médico del centro de
salud de El Progreso y un equipo de psiquiatras. Apoyan trabajadores y
voluntarios de Cáritas, la mayoría del centro Padre Cristóbal de Mérida y del
Centro Hermano de Badajoz.
–¿Le ha
sorprendido algo?
-No me he encontrado nada nuevo porque
la mayoría son usuarios que venían al comedor de Martín Cansado, que iban al
albergue o que proceden de la prisión y los conozco de las entrevistas que
realizamos cuando van a hacer uso del piso de acogida de Cáritas.
–Su vida ha
estado dedicada a las personas con más necesidades. ¿Por qué entrega su vida a
ellos?
–En mi momento la opción que hice fue
estar al lado de los más necesitados, Para mí también es una satisfacción
personal porque me ayuda saber que mi trabajo sirve a esas personas. Para un
cristiano el modelo de vida es Jesús y siempre tengo en la cabeza que la
primera hija de la Caridad murió porque se contagió atendiendo a una persona
que tenía la peste.
–¿Siente angustia
estos días?
–Angustia no, pero en algún momento
pienso que si alguno da positivo la situación se complicará. Cuando dejé mi
puesto en Cirugía Ambulatoria mis compañeros me decían que tuviera mucho
cuidado, pero ahora no sé dónde hay más riesgo porque aquel servicio se ha
reconvertido en un servicio de urgencias para COVID-19 positivo.
–¿Servirá este
'encierro' obligado para sacar de la calle a alguna persona sin hogar?
–Dios quiera que sí. Yo he comprobado
en la prisión que, quien realmente quiere, consigue salir adelante si encuentra
apoyo.
Fuente: www.hoy.es
Fuente: www.hoy.es