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domingo, 5 de abril de 2020

Capellanes hospitalarios: conviviendo con el coronavirus

Testimonio de D. Javier Aguas
Capellán del Hospital Universitario de Badajoz
Revista Iglesia en camino nº 1238
Y audio COPE 

Hace aproximadamente cinco años comencé casi de forma accidental mi labor como Capellán en el Hospital Universitario de Badajoz: mi padre estuvo ingresado en diferentes ocasiones y de vez en cuando echaba una mano a los entonces capellanes: D. Manuel de la Concha, D. Antonio Vera y D. Antonio Cerro. La experiencia fue tan grata que nuestro Arzobispo D. Celso tuvo a bien incorporarme al equipo del que hoy también forman parte D. Andrés Cruz y D. Patricio Nzang.

Muchas personas suelen comentarnos la importancia de nuestra labor y al mismo tiempo la dureza de la misma. No les falta razón, pero el motivo de ella, lo que nos anima cada día, por encima de todo, no es otro que hacer presente a nuestro Señor en sus criaturas predilectas: los enfermos. Nadie mejor que Él, que padeció tanto, puede (como dicen ahora) “empatizar” con ellos. Y entonces surge el milagro: la paz. Así es: somos portadores y dispensadores de la paz del Señor. Del mismo modo que, con su Resurrección, Jesús se apareció a sus discípulos e iluminó sus vidas, nosotros intentamos con nuestra labor alumbrar con la luz del Señor la vida de tantos que configuran esa gran familia que es el Hospital Universitario de Badajoz: enfermos, sanitarios, personal… todos. 

Es en estos duros momentos cuando, más que nunca, ese elenco humano está haciendo realidad palabras como unidad, fraternidad, solidaridad, sacrificio, lucha, entrega, vocación, amor…. 

Pero también he tenido la dicha de ser beneficiario de ellas, pues soy paciente afectado por el coronavirus: llevo con la enfermedad un par de semanas, primero en casa y luego otra de hospitalización. Soy de los afortunados que están en vías de recuperación, gracias a la ciencia y cuidados del personal hospitalario y, por supuesto, de las oraciones de muchísimas, muchísimas personas que rezan por todos nosotros. 

Tras mi positivo, la Capilla fue precintada y convenientemente desinfectada y los compañeros entraron en cuarentena en sus domicilios, pero gracias a la solicitud e insistencia de la Gerencia del Área de Salud de Badajoz, al menos uno de nosotros (D. Antonio Cerro) pudo incorporarse al servicio del Hospital. Un servicio que desarrolla estos días de una forma, tanto espiritual como humana, extremadamente intensa.


Atención a enfermos y sanitarios 

Entre nosotros hablamos todos los días y nos cuenta cómo ha podido atender sacramentalmente a los enfermos dentro de las limitaciones de los aislamientos; las angustias y cansancio del personal que quieren hacer bien su trabajo, de cuando vuelven a sus hogares; de los familiares de los enfermos, que se sienten impotentes al no poder estar junto a ellos; de la incertidumbre; de las plegarias; del valor redentor del sufrimiento y de la cruz; de los que, desgraciadamente, se van… pero también (¡cómo no!) de la alegría de aquellos que experimentan mejoría; de los que son dados de alta; de la gente tan extraordinaria que nos ha llegado; de cuánto nos echan de menos… 

Pero de lo que jamás hemos hablado es ni de miedo ni de soledad, algo extraño pero cierto. Es la realidad: no tenemos miedo y no nos sentimos solos porque confiamos y experimentamos que el Señor está junto a nosotros, que nos inspira, sostiene y alienta; y junto a Él la oración de tantos y tantas que hacéis posible nuestra entrega.

Esta es la vida de comunión, esta es la vida que merece ser vivida y entregada. Esta es la vida junto a Dios. ¡Gracias Señor por ser Capellán del Hospital Universitario de Badajoz!

Adjuntamos también la entrevista relizada en COPE el 31 de marzo, donde Javier ha querido agradecer el trabajo del personal sanitario y enviar un mensaje de ánimo a los que padecen el covid19


Javier Aguas