Jubileo 2025: “Peregrinos de Esperanza”
“En esperanza fuimos salvados” (Rom 8,24)
En esta Pascua del Enfermo damos gracias a Dios por el papa León XIV, recientemente elegido por el Colegio de Cardenales, pedimos por él, y hacemos nuestras sus primeras palabras y deseos de que la paz de Cristo entre en los corazones y alcance a todos, que caminemos sin miedo, unidos de la mano con Dios y entre nosotros, con una Iglesia que busca siempre estar cercana especialmente a los que sufren[1].
Comenzábamos esta “Campaña del Enfermo” con “la XXXIII Jornada Mundial del Enfermo en el Año Jubilar 2025, en el que la Iglesia nos invita a hacernos peregrinos de esperanza. En esto nos acompaña la Palabra de Dios que, por medio de san Pablo, nos da un gran mensaje de aliento: «La esperanza no defrauda» (Rom 5,5), es más, nos hace fuertes en la tribulación”[2]. Para esta campaña y en consonancia con el Jubileo hemos elegido el lema: “En esperanza fuimos salvados” (Rom 8,24).
La celebración de la Pascua del Enfermo de este año, en pleno tiempo de celebración de la resurrección de Jesucristo -fuente de nuestra esperanza-, quedará en nuestro recuerdo por el fallecimiento de nuestro queridísimo papa Francisco, a quien no dejamos de encomendar, y que ha culminado esa peregrinación de esperanza. A él le pedimos que nos siga acompañando en nuestra peregrinación por esta existencia terrena.
Somos conscientes de que la vida está hecha de alegrías y dolores, que el amor se pone a prueba cuando aumentan las dificultades y la esperanza parece derrumbarse frente al sufrimiento, pero en medio de la oscuridad se percibe una luz, una fuerza que brota de la cruz y de la resurrección de Cristo[3].
Contemplando la resurrección de Jesucristo, tomamos conciencia de que, para vivir el presente “se nos ha dado la esperanza, una esperanza fiable, gracias a la cual podemos afrontar nuestro presente: el presente, aunque sea un presente fatigoso, se puede vivir y aceptar si lleva hacia una meta, si podemos estar seguros de esta meta y si esta meta es tan grande que justifique el esfuerzo del camino”[4]. Y para afrontar nuestro presente necesitamos “momentos fuertes para alimentar y robustecer la esperanza, compañera insustituible que permite vislumbrar la meta: el encuentro con el Señor Jesús”[5].
La enfermedad puede ser una ocasión privilegiada para tener ese encuentro con el Señor Jesús, que al enviar “en misión a los setenta y dos discípulos (cf. Lc 10,1-9), los exhortó a decir a los enfermos: «El Reino de Dios está cerca de ustedes» (v. 9). Les pidió concretamente ayudarles a comprender que también la enfermedad, aun cuando sea dolorosa y difícil de entender, es una oportunidad de encuentro con el Señor. (…) La enfermedad entonces se convierte en ocasión de un encuentro que nos transforma; en el hallazgo de una roca inquebrantable a la que podemos aferrarnos para afrontar las tempestades de la vida; una experiencia que, incluso en el sacrificio, nos vuelve más fuertes, porque nos hace más conscientes de que no estamos solos. Por eso se dice que el dolor lleva siempre consigo un misterio de salvación, porque hace experimentar el consuelo que viene de Dios”[6].
Al finalizar este mensaje, queremos recordar a los enfermos y a los hermanos y hermanas que los asisten las palabras del papa Francisco: “ustedes tienen más que nunca un rol especial. Su caminar juntos, en efecto, es un signo para todos, un himno a la dignidad humana, un canto de esperanza (…) Toda la Iglesia les está agradecida”[7].
Como “peregrinos de esperanza”, pedimos a Santa María, Madre de la Esperanza, no deje de acompañarnos en esta peregrinación.
Los obispos de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social
✠ Abilio Martínez Varea
Obispo de Osma-Soria
Presidente
✠ Vicente Ribas Prat
Obispo de Ibiza
✠ Javier Vilanova Pellisa
Obispo auxiliar de Barcelona
✠ Cardenal Juan José Omella Omella
Arzobispo de Barcelona
✠ Florencio Roselló Avellanas
Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela
✠ Vicente Martín Muñoz
Obispo auxiliar de Madrid