Entrevista en “Iglesia en camino” a dos de nuestros capellanes
hospitalarios,
con ocasión de la Jornada Mundial del Enfermo
D. Antonio Cerro |
En los cinco hospitales existentes
en el territorio de la Archidiócesis de Mérida-Badajoz trabajan 15 capellanes.
Son 24 horas al día pendientes de los enfermos y de la comunidad hospitalaria.
Antonio Cerro, capellán en
el Hospital Universitario, antiguo Infanta Cristina destaca que su labor es complementaria
a la que realiza el personal sanitario. “Ellos sana -dice- y atienden al paciente
en su enfermedad, nosotros cubrimos la parte a la que no llega el sanitario, que
es la parte humana, la espiritual, la parte del sufrimiento, porque no todo se soluciona
con un gotero”.
Cerro recuerda que no solo se trata de atender al enfermo. “Una parte muy importante es la familia, que requiere la presencia de alguien que conforte, que ilumine y que ayude”, declara. Además, hay otra parte más desconocida que es “acompañar el personal sanitario -continúa Antonio Cerro- que es muy importante, porque no dejamos de ser parte de la ´casa´”.
Cerro recuerda que no solo se trata de atender al enfermo. “Una parte muy importante es la familia, que requiere la presencia de alguien que conforte, que ilumine y que ayude”, declara. Además, hay otra parte más desconocida que es “acompañar el personal sanitario -continúa Antonio Cerro- que es muy importante, porque no dejamos de ser parte de la ´casa´”.
Una parte importante de la
labor de un capellán hospitalario es impartir sacramentos: la eucaristía en la capilla
o la unción de enfermos a los que lo piden, pero no es solamente eso. Antonio Cerro
dice que la mayor parte del tiempo se va en otras ocupaciones:
“Hay muchas personas que necesitan
hablar. El domingo pasado estuve de guardia y a las cuatro de la tarde me llamaron
porque un señor que se iba a operar al día siguiente necesitaba hablar. Luego,
obviamente, se le acompaña desde el punto de vista espiritual. La mayoría de las
ve ces son los propios enfermos los que nos reclaman, o bien lo dicen en el control
de enfermería o te ven pasar por las plantas, o la gente baja a la capilla. Yo llevo
14 años de capellán y te puedo decir que nunca nadie me ha dicho que no entre en
su habitación”.
José Manuel Álvarez Maqueda,
capellán en el Perpetuo Socorro de Badajoz y Delegado Episcopal para la Pastoral
de la Salud hace referencia a la necesidad de humanizar más la sanidad. “Hay mucha
gente que, además de un buen tratamiento, necesita ser escuchada, necesita ser acogida
y, sobre todo, que haya alguien que la pueda animar un poco”.
Ambos capellanes reconocen
que, en situaciones vitales difíciles, como puede ser una enfermedad grave, afloran
sentimientos y conversaciones profundas. “En los hospitales la escala de valores
cambia en segundos -reconoce Antonio Cerro-. De la noche a la mañana cambia la vida
de una persona por un diagnóstico, por una nueva situación vital de tu padre o de
tu madre... Las personas ante estas realidades desnuda sus miedos, sus dudas, su
confianza, hablan de sus proyectos frustrados, de todas aquellas cosas por las que
le dan gracias a Dios y sienten llena su vida, de sus equivocaciones, el daño que
han podido provocar en los demás. En esos ambientes se agradece primero la escucha
y luego una palabra de alivio. Evidentemente, somos sacerdotes y hablamos desde
Dios. Allí no son los enfermos de la habitación tal o cual, allí es fulanito, de
tal pueblo, que tiene esta o aquella realidad”.
D. José M. Álvarez Maqueda |
Álvarez Maqueda ha trabajado
mucho en conexión con los cuidados paliativos, aquellos que afrontan la etapa final
de su vida. “El caso de una persona -comenta- que le queda poco tiempo de vida genera
un contexto familiar muy difícil de abordar. Entre los equipos de cuidados paliativos
se van generando una serie de expectativas que ayudan al enfermo a que por lo menos
mitigue el dolor, la ansiedad y se van gestionando poco a poco situaciones personales
y familiares. Cuidados paliativos es un servicio que no valoramos suficientemente
bien con lo necesarios que son”.
Soledad y voluntariado
Un tema que preocupa a los
capellanes de los hospitales es la soledad que padecen muchos enfermos. En
nuestra tierra muchos mayores tienen a sus hijos fuera por la emigración y aunque
los vecinos cubren parcialmente esa carencia, cuando hay una hospitalización larga
no son suficientes, por ello destacan la importancia del voluntariado para hacer
más llevadera la estancia de los enfermos en los hospitales. En el caso del Hospital
Universitario de Badajoz son más de medio centenar los voluntarios que acompañan
a los enfermos más necesitados. Para ello, se creó “Red Humanizar”, en la que están
implicados los capellanes, asistentes sociales, personal sanitario y demás personal
que trabaja en los hospitales. En el Hospital Universitario de Badajoz, al ser un
centro de referencia regional, encontramos pacientes llegados de muy lejos, que
pasan allí mucho tiempo.
Según el Instituto Nacional
de Estadística, se estima que en España hay 4,7 millones de hogares en donde
sólo vive una persona, dos millones de personas mayores de 65 años viven solas y
más de 850 mil mayores de 80 años viven solos y muchos presentan problemas de
movilidad.
“Solo estas cifras son un
dato preocupante. Si además sumamos, entre otras formas de soledad, la de
quienes están ingresados en los hospitales o la de la familia con miembros con
una enfermedad grave, descubrimos lo acuciante de reflexionar para buscar el modo
de aliviar tanta soledad”, aseguran desde el Departamento de Pastoral de la Salud
de la Conferencia Episcopal Española.
Autor: Juan José Montes
Revista Iglesia en Camino Nº 1.233
Semanario de la Archidiócesis de
Mérida-Badajoz