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jueves, 19 de septiembre de 2019

Humanización de la Asistencia (I-II)

Calixto Plumed Moreno, O. H.,
Doctor en Psicología.
Psicólogo Clínico. E.U.E y Fisioterapia San Juan de Dios.
Universidad Pontificia Comillas. Madrid.

Este artículo, tomado de la Revista Labor Hospitalaria (nº 324), pretende aportar algunas pistas por dónde enfocar el complejo tema de la humanización en relación con la asistencia a las personas respecto a la salud y a la enfermedad. Hacer una aproximación en torno a amplios aspectos que incluyen y puedan iluminar algo el proceso de humanización basada en las aportaciones del P. Pierluigi Marchesi, figura clave en la Orden Hospitalaria que dio nombre a esta manera de “hacerse cargo” de modo ejemplar del enfermo en su globalidad y que ya puso en práctica San Juan de Dios.
Una de las dimensiones más importantes para seguir avanzando es la propia relación del profesional de la salud consigo mismo, hasta el punto que no es posible la humanización si cada uno de ellos no se empieza a humanizar a sí mismo, aceptando sus propias vulnerabilidades personales y profesionales. Humanizarnos para humanizar. Y esto solo es posible si asumimos la valentía de reconocer nuestra propia historia también llena de soledad, fracasos, dificultades, esperanzas... Solo desde ahí, renovándonos en profundidad, podemos redescubrir nuestros propios valores y los de los demás, reconociendo que toda persona es portadora de unos valores que la constituyen en sagrada.
Alguien ha podido atreverse a decir que la deshumanización es la polución y contaminación del hombre. Sencillamente porque estamos en una situación en la que, el avance tecnológico es tal, que olvidamos lo que pasa al hombre; o lo que significa también decir que se puede conocer todo sobre el hígado, pero no lo que le sucede al hombre.
Es opinión generalizada que no se abordan los aspectos positivos de las cosas y los acontecimientos, mientras no surgen los negativos sobre los mismos sucesos o estructuras. Es posible que, por razón de la inercia que nos invade a los humanos, en cuanto nos descuidamos lo más mínimo, cuando algo se deja a la fuerza de la inercia, tiende al deterioro.
Los valores sociales, difícilmente pueden subsistir sin los paralelos contra valores; la forma no se sostiene sin su fondo; el péndulo deja de serlo, cuando está en reposo, cuando no oscila entre los extremos; la salud sólo empieza a valorarse cuando empieza a faltar y surgen las enfermedades... No podría ser de otro modo y, buscamos la humanización, porque nos damos cuenta de la deshumanización. Si algo no funciona bien, es entonces cuando nos preocupamos en buscar soluciones; difícilmente prevemos lo que va a suceder y ponemos en marcha elementos preventivos: nos dejamos sorprender, y a veces ya no existen soluciones. Somos más reactivos que proactivos.
Pero, ¿de qué hablamos cuando lo hacemos de la deshumanización, y de qué cuando deseamos la humanización? No resulta nada fácil responder de manera satisfactoria, ni a lo uno ni a lo otro, por eso se habla tanto, por eso se diserta tanto, por eso se escribe tanto, sin suficiente conocimiento de causa.
Esta aproximación se hace partiendo de constataciones, teniendo en cuenta preocupaciones y sabiendo que nunca se agotará el tema o se darán respuestas satisfactorias para todos.
Pero, conscientes de ello, no se renuncia a brindar esta oferta limitada, pero con el deseo de aportar los frutos de una larga reflexión sobre el tema de la humanización en relación con la asistencia a personas que tienen afectado el equilibrio salud-enfermedad.
Por descontado que no se caminará en soledad, sino de la mano de quienes saben y tienen mucha experiencia tanto de sus limitaciones como de sus posibilidades: primer componente insustituible para ser humano. Se solicitará ayuda, se recurrirá a quienes han tenido o han pasado por estas reflexiones y ya se han adelantado para aportar algunas soluciones, que han resultado válidas en su momento y que siguen en vigor todavía o resulta útil revisar para ponerlas al día.
En fin, esta reflexión inacabada, desea ser un grano de arena, que aporte algo a la tarea común, que quiere mejorar nuestro propio mundo, y caminando al lado del apreciado Ortega y Gasset en su sentencia, fragmentada en la mayoría de las veces que se cita, aunque para él significó uno de los núcleos de su planteamiento filosófico: yo soy yo y mi circunstancia y, si no la salvo a ella, no me salvo yo. Y además porque el futuro no se puede improvisar, hay que crearlo con mimo y cuidado, de lo contrario será un fracaso.
Nos movemos en cierta cultura de la frivolidad. Algunos medios de comunicación lo aprovechan, los compromisos políticos viven de ella, la imagen es lo único que cuenta, pero en el fondo nos falta la base que sustente la posible fachada con la que nos presentamos.
Aún con el riesgo de ser tachados de derrotistas, somos navegantes del vacío, vacío existencial y falta de sentido de la vida, que definiría Viktor Frankl. O también estamos en la volubilidad de los valores culturales, tan manipulables y cambiantes que, nos rebelamos y avergonzamos cuando tomamos consciencia o los miramos con alguna perspectiva histórica, en la línea que señaló en su momento Hannah Arendt al referirse a la cultura alemana, extensible a cualquier cultura: los mejores de todos serán aquellos que sólo tengan por cierta una cosa que, pase lo que pase, mientras vivamos habremos de vivir con nosotros mismos.
Las actuaciones que cualquier profesional realicemos, nos delatan y revelan de qué lado estamos, por la defensa de la vida o por la fácil postura de buscar lo que menos nos complica. Como profesionales de la salud habremos de situarnos en y desde la frontera de la salud, en definitiva, en la frontera de la vida y vida con calidad, que implica la humanización.
En pocas palabras, se desea hacer una aproximación en torno a amplios aspectos que incluyen y puedan iluminar algo el proceso de humanización. No hace muchos años (en el 2002) falleció tal como vivió, deprisa y maduro, Pierluigi Marchesi O.H., un profeta polémico. Marchesi tuvo la facilidad de crear tantos simpatizantes como también paralelos detractores, abrió caminos, convulsionó la institución de Juan de Dios y señaló un punto de inflexión en la historia de la humanización.
Muchos fueron los aspectos que se analizaron a raíz de su muerte jalonados por su vida, entregada con total sinceridad a la Orden Hospitalaria[1], más con la intención de atribuir a cada cual lo suyo, desde estas páginas, devolvemos a Pierluigi Marchesi O.H. lo que le pertenece, antes de que otros intenten arrebatárselo, como se ha pretendido desde otros ámbitos, incluidos los religiosos.
La palabra humanización aplicada a la asistencia sanitaria, nacida en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, se ha difundido con acierto, ha calado en muchas esferas de acción, pero se ha caído en rutina y se ha devaluado. La humanización se ha deshumanizado, se ha despojado de significado. Hoy el mundo de la asistencia puede moverse ajeno al servicio a los enfermos: al rechazar lo que va más allá de la pura función y actividad sanitaria. Se ha podido perder el valor del servicio a los enfermos y familias. Contamos con una atención más eficiente, pero más alejada de las necesidades del hombre. Las profesiones sanitarias necesitan un nuevo reciclaje a todos los niveles: sobre la vida, sobre la enfermedad, sobre el sufrir, y sobre el morir; una renovada formación para todos los que trabajan en los hospitales y centros de salud.
Otros colectivos, también lo dijeron años más tarde, confirmando aquellas ideas de recuperación y reorganización o de reconquista de su identidad:
La medicina es humanismo total en el más amplio y profundo sentido de la expresión; más: si la medicina es humanismo esencial, y ambos consustanciados, aquélla es el suceso humano que, por sí mismo, revela mejor que ningún otro testimonio el proceso de humanización del homínido.
La medicina es el hecho radical de auxilio y asistencia, y cada uno de estos actos, intemporalmente, identifica lo humano en cada ser-hombre.
Esta es la humanización de la medicina.
Si el humanismo desaparece de la medicina, es la medicina la que desaparece y no el humanismo.
Tal el concepto radical: no es posible la “deshumanización de la medicina”, sino “en la medicina”[2].

La humanización trata de aportar a los agentes sanitarios su misión fundamental:
“Transformar lo impersonal en personal, para que quien sufre pueda vivir su aventura humana y espiritual en un clima de amor y respeto”.

Se necesitaba una activación de una práctica que redujera la distancia entre las prestaciones ofrecidas y la expectativa de quien sufría la enfermedad, es decir la humanización. Se necesitaba
 “Mirar la enfermedad en tanto que soportada por el hombre, por un ser que con frecuencia sufre sobre un órgano su daño psíquico y, a veces también la llamada patología del espíritu”.

Humanización significa “hacerse cargo” de modo ejemplar del enfermo en su globalidad, en un contexto en el que predomina un mayor fraccionamiento y especialización[3].
Varios apartados desean abordarse, sin perder de vista que se hace con una perspectiva desde la hospitalidad, sin descartar una aproximación pluricultural, o desde un estudio del mal[4] como requiere la sociedad de la globalización que nos invade muy a pesar de algunos detractores, que tal vez en su idealismo se nieguen a la evidencia.
Agradezco las aportaciones del equipo interdisciplinar de la Clínica Nuestra Señora de La Paz de Madrid que, durante más de dos años, hemos reflexionado y pensado en voz alta, sobre cada uno de los Principios fundamentales de la Orden Hospitalaria, y se ha procurado aplicar a la actuación diaria de nuestros trabajos en la atención al enfermo mental, procurando destacar qué se apreciaba de deshumanización, para poder llegar a realizar el adecuado proceso de humanización.
A lo largo de esta reflexión estarán rezumando los Principios de la bioética que van evolucionando tal como lo están haciendo en su reflexión los expertos: desde la justicia pasando a ser con otros, es decir, contemplando la dimensión social; la autonomía hará hincapié en la dignidad e identidad de cada una de las personas y profesionales; la beneficencia hará una llamada al cuidado y a la responsabilidad en el mismo; y la no maleficencia considerará continuamente toda la dimensión de vulnerabilidad de la persona y de la persona enferma.
En consecuencia nuestros principios bioéticos serán: autonomía, dignidad, integridad y vulnerabilidad de cada una de las personas.
Una de las dimensiones más importantes para seguir avanzando es la propia relación del profesional de la salud y terapeuta consigo mismo, hasta el punto que no es posible la humanización si cada uno de ellos no se empieza a humanizar a sí mismo, aceptando sus propias vulnerabilidades personales y profesionales.
Y de ahí podrá emanar el abordaje de la humanización como equipo, integrando en el mismo, muy a pesar de las posibles resistencias, a los propios enfermos y familias que habremos de implicar en la acción terapéutica.
El proceso es muy elemental, aunque laborioso: la propia humanización personal y profesional; la humanización de los componentes de los equipos asistenciales y la implicación de cuantos participan en el proceso rehabilitador.
Para todo ello se abordará la mejor manera de establecer la comunicación entre los más próximos hasta dar a conocer a la sociedad que nos rodea, cuanto hacemos y se puede hacer, en pro de la mejor atención a las personas.
También estaremos atentos a saber detectar las necesidades no cubiertas y las necesidades de cambios en los ámbitos personales y sociales, pues nuestra hospitalidad es un servicio a la sociedad.

1/Rastreando el concepto de humanización.
El sentimiento común de las personas hace que se puedan abarcar infinitos matices que definirían la humanización. Como muestra de ello sirva esta aproximación o listado, que no pretende ser exhaustivo, tomado de manera directa y sin mayores pretensiones en el desarrollo de diversos encuentros formativos y seminarios. En estas concepciones se concentra la esencia del tema que nos preocupa pues hablar de humanización implica:
  •  Atención personalizada, individualizada. Comprender y ayudar.
  •  No trabajar mecánicamente, es decir, sin olvidar que el enfermo es una persona con dignidad.
  • Tener empatía, sentir con el otro. Humanización es la atención y cuidados basados en el respeto, cercanía. La utilización ás humanos. Dejar patente lo que nos diferencia de otros seres vivos y nos hace humanos: la razón.
  •  Proporcionar cuidados en las necesidades.
  •  Evitar las desigualdades.
  • Es un término que resume: el trato humano, justo, equitativo y deseable que todo ser debería recibir en cualquier momento y no a expensas de un mal físico, social, biológico o psicológico.
  • Hacer sentirse a una persona como tal, como una persona humana en todos sus ámbitos, a través de la autoestima, confianza, cariño, amistad, seguridad...
  • Conjunto de acciones que se pueden realizar para conseguir un cierto bienestar, tales como: ayuda, apoyo...
  •  Humanización es individualizar el plan de cuidados en cada enfermo y tener presente el compendio holístico que ello representa.
  •  Forma de relación interpersonal que quisiéramos que utilizasen con nosotros en el caso de ser enfermos. Es decir, ser conscientes que antes que enfermo se es persona viva, que posee los mismos sentimientos que una persona sana (incluso más).
  •  Una atención humanizada es aquella que unifica la técnica con el apoyo empático a nivel psíquico y a nivel de sentimientos con el enfermo.
  •  Amar al prójimo como a uno mismo. Tener corazón.
  •  Tratar a la persona como una persona: por su nombre, no por su patología
  • Administrar técnicas teniendo en cuenta a la persona. Respetar su intimidad, su historia personal, sus decisiones, su entorno familiar.
  • Humanización consiste en proporcionar cuidados a la persona de manera: solidaria, digna, con respeto, empatía, teniendo en cuenta sus decisiones y sus valores.
  •  Un rasgo deshumanizador de la asistencia sanitaria actual es la cosificación. Cosificación es para Javier Gafo, la conversión del paciente en un objeto, perdiendo sus rasgos personales e individuales para ser identificado sólo como una patología.
  •  Atención a la persona no sólo desde la evidencia, sino basada en valores.
  •  La hospitalidad es el paradigma de la humanización.
  •  La humanización resulta ser un factor constitutivo de la calidad.
  •  No puede haber ética sin calidad, ni calidad sin humanización.
Humanizar podría ser, comprender al hombre de forma puramente holística. Sólo desde ahí, renovándonos en profundidad, podemos descubrir a los demás, reconociendo que toda persona es portadora de unos valores que la constituyen como tal y dignifican, si hemos progresado en la hospitalidad.
Humanizar un hospital, un centro de salud, -se ha dicho desde el principio por Marchesi[5]- es impedir que se pase de largo junto al hombre, impedir la inhumana división entre persona y enfermedad.
La humanización exige tener un proyecto ético de asistencia, con los recursos necesarios, que defienda los derechos del enfermo, que respete el secreto profesional, que informe a su debido tiempo de lo que el paciente necesita y debe saber, que acompañe la angustia que, -sobre todo cuando el proceso de enfermedad es grave-, aparece y que es difícil elaborar[6].
Se ha contrapuesto con la técnica, cuando no es esta una buena aproximación: una humanización sin técnica, no es tal humanización. La humanización, como acción de humanizar, no la podemos mirar sólo por planos horizontales; ha de orientarse también de manera vertical porque es un movimiento ascendente-descendente-ascendente, o de otra manera,
“Es la asunción de los constitutivos más débiles del hombre que son los que aproximan a la realidad del mismo, para descubrir de manera intermitente los elementos constitutivos de otros niveles humanos[7]”.

El primer paso para humanizar, es humanizarse, es decir, conseguir la unidad personal que posibilita realizarse en la vida, sin perder el equilibrio interno. Humanizarse es estar centrado en la propia autorrealización. La humanización es una brújula que orienta la vida personal y la actuación en la misma según unos patrones concretos que tienen en cuenta: una escala de valores; el hombre como centro; el sentido de la vida a nivel personal y profesional.
Una institución, un lugar, se dice están humanizados, cuando en ellos actúan personas humanizadas y, en consecuencia, se palpan las siguientes pautas:
  • Hay transparencia y apertura, hay clara distinción de jerarquía y niveles de autoridad con unas vías definidas de comunicación fluidas: cada cual sabe lo que tiene que hacer. 
  • Se cree y practica el trabajo en equipo.
  • hay confianza mutua.Hay inquietud por llevar a cabo una digna formación continuada a todos los niveles para mantener la disponibilidad para el encuentro con el enfermo, con los familiares, con los compañeros de trabajo. 
  • Se mira hacia el futuro sin estancarse en el presente que agoniza con el pasado.
En el ambiente hospitalario, se puede llegar a prestar atención sólo al avance tecnológico, científico, al trabajo como tal, a la política. Se puede hacer la actividad o el servicio técnico que hay que hacer porque está mandado y en el tiempo establecido. Pero:
  • Moverse en la línea de la humanización significa haber adquirido una cultura que afine la sensibilidad para ver al enfermo con simpatía; haber depurado el juicio para tratar de comprenderlo en sus virtudes y miserias: haber elevado la razón de vida para estar presto a servirlo y ayudarlo. 
  • El desarrollo de la cultura de la humanización es una necesidad para el equipo interdisciplinar de salud, sin la cual será difícil brindar la comprensión, seguridad y apoyo que espera el hombre enfermo.
  •  Quienes trabajan en el mundo de la salud han de ser personas que aprendan todos los días a ser sensibles al dolor humano. 
  • La relación que se establece con la persona enferma y con su familia, es eminentemente humana, no se limita a lo profesional exclusivamente. 
  • Una cultura de la humanización sabe y aprecia lo relativo a la ciencia, y sabe que más allá de los descubrimientos, de los avances en el campo de la medicina, de la física, de la química, están las reacciones psíquicas del enfermo, su angustia y sufrimiento. 
  • Una cultura de la humanización se mueve en la civilización del amor, porque, las máquinas pueden realizar grandes cosas, pero nunca comprender el sufrimiento del enfermo, sus tensiones, o sus emociones. 
  • Tendremos que hacer lo que no lleguen a hacer las máquinas, esto es, el abordaje de los aspectos emotivos y afectivos.
La humanización que se precisa hoy en la asistencia se ha de centrar a tres niveles: personal, de equipo e institucional. En definitiva, “Si nos acercamos al verdadero concepto de humanización habremos realizado nuestro descubrimiento interior, habremos vivido la auténtica y propia crisis de consciencia[8]”.

2/ Un precursor esencial en la humanización.
Juan de Dios se aproxima al sentido y significado de la humanización en su esencia y núcleo. Hace un recorrido, un itinerario para poder llegar a la meta y para poder ser ejemplo para otros que siguen su obra de aproximación al mundo del dolor y de la enfermedad, y en muchos casos del sufrimiento:
San Juan de Dios había recogido y cultivado -de ahí su gran ‘cultura’- la idea que surge de dedicar toda la vida al amor de Dios y al servicio de los enfermos. Su caridad estaba orientada a proteger la vida humana, a prestar honor al necesitado, a disminuir la miseria.
Esta era la cultura de nuestro Fundador, que protegía la vida humana asistiendo al hombre en las necesidades corporales, en las morales y en las espirituales[9].

Pero Jesús de Nazaret, ya había esbozado el itinerario de encarnación para experimentar y potenciar la condición humana. José Sánchez O.H. ha delineado, como ninguno otro anteriormente, el proceso definitorio de la radicalidad de la humanización en Cristo y en Juan de Dios. Tomamos algunas notas que nos parecen conclusivas de su reflexión[10]:
1. Abajamiento de Cristo: La kénósis-diakonia de Cristo en el himno de Flp 2, 6-11: Tened los mismos sentimientos de Cristo: [...] se despojó de su rango tomando la condición de esclavo, se rebajó sometiéndose [...] hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo.
2. Abajamiento de Juan de Dios, locura de Juan de Dios: De la infancia a la conversión, nuestro santo desciende paso a paso hasta las profundidades de un sí total a Dios hasta ‘la locura’: es la hondura de su kénósis de conversión, cuyo despojo ya nunca abandona, haciéndose radicalmente cercano a los pobres en el abrazo de su misma pobreza real.
Posteriormente, esta misma kénósis caracteriza y condiciona, en Juan de Dios, su forma particular de entrega a la misión caritativa y su carisma personal de servicio en la diakonia del Espíritu. [...] en el episodio de ‘la locura’ se resuelve todo su pasado, y todo su futuro se orienta y encamina.
Dicha ‘locura’ puede ser considerada como una forma de realización personal en la vivencia radical de la kénósis de Cristo.
En san Juan de Dios, su vivencia de la kénósis de Cristo está profundamente vinculada a la diakonia del Espíritu; tanto, que no será posible vivir su carisma de servicio en la diakonia, sin el contexto de despojo más radical aceptado en su kénósis.

Hay autores de diversas disciplinas y artes que han pensado y actuado en sus aportaciones en el mismo sentido:
“Para Juan (evangelista) la crucifixión es la exaltación gloriosa. Incluso en el máximo rebajamiento, en la más radical kénósis, como dice el texto al que pone música Johann Sebastian Bach al comienzo de su Pasión según san Juan, incluso entonces sigue manifestando el Señor su dominio, su señorío, su carácter de Dominus: esa Maiestas Domini cuyo efecto es la gloria[11]”.

La esencia pues de la humanización viene a resultar que es, la aproximación, el abajamiento a la realidad radical del hombre y del hombre en necesidad, para desde ahí descubrir y tratarlo con la dignidad que le corresponde por el mero hecho de ser persona: “La humanidad se convierte en divina en el momento en que lo divino se hace humano[12]”:
En concreto, la humanización de Juan de Dios para Pierluigi Marchesi O.H., consiste en que
“[...] Juan empieza a destruir su propia imagen, despojándose y revolcándose en el barro y destruye su pasado distribuyendo las imágenes y los libros que antes vendía, [...] la locura que le conducirá al Hospital Real de Granada representa el momento supremo de este proceso de aproximación al hombre sufriente que se convierte en símbolo antes de ser servidor [...]
Aquí el descenso hacia el hombre, el proceso de humillación y de caída hacia el abismo de los sufrimientos morales y materiales consiguientes a su ‘hacerse enfermo de mente’, es completa[13]”.

3/ Humanización y calidad de la asistencia.
Nos servimos de las ideas de Fernández Hontoria[14] para introducir el aspecto de la humanización en contacto con la calidad asistencial ya que, potenciar el capital humano, es clave para la excelencia de las empresas hospitalarias.
El pleno desarrollo de la organización depende en gran medida del desarrollo del potencial de los trabajadores.
En el sector sanitario, como ha ocurrido en la mayoría de los servicios, las acciones hacia la mejora de la calidad han sido las que más se han sucedido, inherentes a la propia organización, de forma individual o grupal, y han pasado de abordar aspectos parciales de la distribución del servicio, a extenderse a una perspectiva más global e integrada.
La actualización de los conocimientos, actitudes y habilidades de los profesionales sanitarios es un requisito fundamental para garantizar la excelencia de la práctica asistencial y la eficiencia en la gestión de los recursos sanitarios.
Los hospitales y centros sanitarios pueden desarrollar el pleno potencial de los profesionales, elaborando estrategias de gestión de recursos humanos centrados en los siguientes principios: 
  • Estableciendo políticas, estrategias y planes de recursos humanos.
  •  Estableciendo claras expectativas y objetivos. 
  • Identificando, desarrollando y manteniendo el conocimiento y la capacidad de las personas. 
  • Desarrollo de equipos de trabajo. 
  •  Manteniendo las habilidades y aportando recursos. 
  • Aportando feedback como una herramienta de aprendizaje. 
  • Concediendo autoridad para actuar. 
  •  Desarrollar estrategias de comunicación. 
  • Aportando estimulación, apoyo y reconocimiento.
En consecuencia, un proyecto de gestión integral de la calidad en una organización sanitaria se tiene necesariamente que acompañar de proyectos de cambios de comportamiento humano en las siguientes dimensiones:
  • Motivación de los profesionales. 
  • Establecer el contexto ideal del cambio. 
  • Asegurar la comunicación efectiva de objetivos. 
  • Coordinar y alinear los proyectos. 
  • Proveer de competencias y oportunidades. 
  • Preparar la masa crítica para el cambio. 
  • Formación en procesos de gestión y mejora de la calidad. 
  • Establecer políticas de reconocimiento.
En conclusión, cada centro asistencial que se embarque en un proceso de cambio hacia la excelencia de sus procesos asistenciales debe analizar minuciosamente la estrategia a desarrollar, teniendo presente en todo momento del proceso las peculiaridades y la madurez cultural de sus recursos humanos para realizar un enfoque estratégico de los profesionales sanitarios que le permita aprovechar las oportunidades y eludir las amenazas que se puedan presentar. En una palabra, se precisa del principio de la humanización personal y asistencial.


Segunda parte
En este capítulo se concreta la manera cómo humanizar la asistencia sanitaria a través de la relación de ayuda. Esta relación consiste en ayudar a buscar en el enfermo todos sus recursos personales para lograr superar la situación, así como considerarle positivamente, aceptarlo incondicionalmente.
Esta pequeña guía sobre cómo, a quién y qué humanizar se basa en unos valores fundamentales como la vocación, la formación, la motivación, la calidad y la toma de consciencia.
Los profesionales de la salud sólo renovándose en profundidad, podrán redescubrir sus propios valores y los de los demás, reconociendo que toda persona es portadora de unos valores que la constituyen en sagrada. Como decía el Hno. Pierluigi Marchesi, los profesionales deben interiorizar las tres A (Acoger, Acompañar y Amar) desde que el enfermo se presenta en el hospital hasta que sale curado.

1/Qué hacer para humanizar.
Podría decirse que, de la antigua medicina tan sólo perdura, en cierto sentido, el humanismo terapéutico. No cabe duda que las continuas aportaciones científicas y biotecnológicas no sólo aportan artefactos o instrumentos, sino que además generan cambios culturales de gran alcance.
Por consiguiente, la propuesta bioética ha de ser clara e inequívoca: es preciso avanzar en el ámbito de la investigación biomédica y, paralelamente, de forma integrada con otros planos. Entre ellos el ámbito ético, jurídico y social.
Como precisa el Premio Nobel de Medicina François Jacob, una determinada época o cultura alcanza reconocimiento especialmente, no tanto por la cantidad de conocimientos adquiridos, cuanto por las preguntas que se formulan y replantean. Por los principios y criterios que se elaboran y aplican[1].
Por lo tanto, si la humanización de la asistencia sanitaria lo dan las personas concretas, quedaría por matizar qué es necesario poseer para llevarlo a cabo. Ya que para esta misión no nos basta con un título o disponer de tiempo libre y buena voluntad: Para acercarnos al ser humano que sufre necesitamos prepararnos y ejercitamos en el arte de humanizamos y humanizar, en el arte de la relación de ayuda.
La relación de ayuda tiene como objetivo acompañar, ayudar a la persona a afrontar positivamente la realidad que está padeciendo. En el mundo de la salud la relación de ayuda buscará despertar en el enfermo todos los recursos personales que este posea para así lograr superar la situación. Los enfermos necesitan ser escuchados más allá de su patología, necesitan que alguien comparta con ellos el impacto que la enfermedad tiene en su propia vida personal, familiar y social. Los agentes sanitarios deberíamos ser expertos en el arte de la escucha. Otra actitud que es importante mencionar es la consideración positiva o acogida incondicional. Considerar positivamente al otro significa creer en el otro, supone estar a favor de él, por encima de toda apariencia, comportamiento o forma de expresarse. Aceptar incondicionalmente significa tener la vista puesta en él, que es más que una enfermedad o un problema.
Para ejercer la tarea sanitaria que ejercen los profesionales de la salud, y aún más, para ejercerla con y desde la humanización hacen falta también unos valores fundamentales sobre los que construir el resto y sin los cuales difícilmente se podrá llegar a la humanización de la profesión. Estos son: 
  • La vocación o atracción por una profesión, actividad o forma de vida. Esta parte se relaciona con lo más íntimo del ser humano. Con ella se pretende mejorar nuestro ámbito de la salud y sobre todo aliviar a las personas que padecen enfermedades. 
  • La formación. Con este sentimiento, uno no se preocupa de alimentar el fuego de ayudar a los demás sino de ofrecer los mejores métodos diagnósticos y terapéuticos al enfermo. 
  • En tercer lugar, se necesita motivación. Se puede traducir en ilusión, esperanza. Esta motivación debe fomentarse en los sanitarios con una sólida formación humana, a prueba de burocracias, papeleos, estrés... 
  • Ser buen sanitario es el que ofrece calidad científica y calidad humana. La primera con una formación adecuada y confirmada mediante cursos, investigaciones, congresos, textos y publicaciones. La segunda por una formación humanística, ya que tratamos personas con patologías no enfermedades. 
  • Se debe tomar consciencia de los defectos y virtudes del personal, de la institución y de nuestra propia persona, y una vez hecho, preguntarnos a nosotros mismos si de verdad queremos una sanidad más humana, con las implicaciones de personal y el desgaste que conlleva, o dejarla como está.

2/1 A quién y qué humanizar.
El equipo del personal sanitario.
Dentro del hospital se crea una línea de acción, compuesta de diversos miembros, cada uno de ellos con unas funciones diferentes, a veces convergentes y otras veces divergentes entre sí. Estos miembros forman un equipo de trabajo, que es necesario se establezcan una serie de principios para que sea humano:
  • El equipo tiene que ser interprofesional en sí mismo, es decir, no debe ser marcado por otra filosofía que no fuese la de la actuación profesional interrelacionada de los demás amplios sectores del hospital. 
  • No debe verse condicionado por ninguna idea o grupo fuese de lo que fuese, cada miembro en su vida personal puede estar adscrito a los sectores que sean, pero aquí el punto central es el ser humano enfermo, su familia y/o la comunidad en su más amplia aceptación, no estando condicionado a ningunas otras ideas ajenas. 
  •  Nace voluntariamente y fuera de los cauces oficiales de la institución, si bien se puede trabajar, participar, impulsar en y con otros sistemas oficiales de los que el centro dispone en la actualidad o en el futuro. 
  • No tiene que ser un grupo cerrado ni finalista, es decir, se concibe como un sistema abierto en el que pueden integrarse de manera estable o circunstancial, cuantas personas y/o profesionales lo deseen y estén motivados por acciones y trabajos del mismo. 
  • No es un grupo que se crea como presión o interés frente a ningún sector profesional, asistencial, de la administración ni de ninguna de las demás instancias u organismos profesionales, es decir, valoran como el bien más preciado la independencia y, como fin último, la calidad humana de la asistencia sanitaria.
Consideramos que no es posible prestar una asistencia humanizada, si dentro de los equipos de trabajo, no se cuidan los modos de relación.
Creemos que en los equipos interdisciplinares la humanización tiene un lugar fundamental ya que la relación entre los miembros que componen la asistencia debe nutrirse de los valores encaminados al respeto, la cercanía, la profesionalidad y la cooperación.
Trabajamos bajo el principio de que el centro de interés es la persona asistida, pero consideramos que la humanización debe integrar a todos aquellos miembros implicados en el proceso terapéutico. Creemos que los profesionales son agentes activos de humanización y desde esta posición es desde donde parte la reflexión sobre qué tipo de relaciones debemos promover entre los compañeros de trabajo.
El trabajo en equipo implica un esfuerzo por parte de todos en cuanto a la manera en que nos acercamos al trabajo del otro, en el interés mostrado en conocer en qué consisten las tareas del de al lado, en la actitud con la que escuchamos sus opiniones y en la capacidad para respetar y reconocer el lugar desde el que cada uno trabaja.
Las habilidades de comunicación suponen el punto de partida que posibilita el debate sobre el marco que queremos de cara al desarrollo diario de nuestro trabajo, y ver si diversos modelos pueden ser encajados para su compatibilidad, pues es fácil que de lo contrario compitan, anulen o no sean escuchados según por quiénes sean defendidos. Dichas habilidades implican la capacidad para plantear los problemas de forma abierta, para implicarse de forma activa en su resolución, para poder expresar la diferencia o el desacuerdo, para hacer renuncias personales y para compartir y sostener decisiones grupa- les que van más allá de nuestros planteamientos individuales. Humanizar requiere una actitud mental, afectiva y moral que obliga al profesional a repensar continuamente sus propios esquemas mentales y a remodelar costumbres de intervención para que se orienten al bien del paciente.

2/1/1 ¿Cómo humanizar al personal sanitario?
El equipo del personal sanitario lo forman distintos personajes desde distintas situaciones en su trabajo que se conocen y definen normalmente en las normativas y convenios. El médico, el enfermero/a, auxiliar sanitario, otros (voluntarios, gestión y administración). De forma global exponen las actividades más importantes que se deben llevar a cabo para la humanización del personal:
  • Humanizar no quiere decir ser más buenos, sino dar respuestas más adecuadas a las necesidades del enfermo. 
  • La medicina científica por sí sola no puede realizar este encuentro pleno, humano, entre el enfermo y el personal sanitario y médico. 
  • La formación universitaria o profesional del personal sanitario, por lo menos en nuestro país, no desarrolla las capacidades humanas que han de presumirse en todo profesional sanitario. 
  • La formación en la comprensión de los aspectos humanos del paciente encuentra una notable dificultad en el personal sanitario. 
  • El entrenamiento en las relaciones humanas es el resultado de la suma de experiencia intelectual y de experiencia emotiva, de información y de formación.
Es cierto que un hospital que no sabe evolucionar con la ciencia y la técnica puede quedarse al margen de estas y por tanto sin capacidad de interlocución; pero no es menos cierto que la ciencia y la técnica comportan sus riesgos. La constante evolución, la continua aparición de nuevos equipos y técnicas de trabajo, tienen un peligro inherente de ir dejando de lado a la persona humana, tanto al profesional como al paciente; pues en muchos procesos de trabajo, de tener un papel fundamental, pasan a tener un papel secundario y en según qué técnicas irrelevante.
Toda esta evolución no es neutra; no queda al margen de la sensibilidad de la persona y corre el riesgo de dejarla al margen. Cuando se trata del enfermo, sujeto pasivo de toda esta actuación profesional, con mayor razón puede darse esta evolución de aislamiento, de segregación, de despotismo tecnológico -todo por el enfermo y para el enfermo, pero sin el enfermo.
Por eso es imprescindible la incorporación de programas de humanización en los centros y en las obras. Estamos haciendo referencia a la incorporación de programas, no de servicios de humanización. Hay que lograr que todos los profesionales que hacen posible el servicio asistencial se sientan llamados a atender al enfermo, a la persona y a su familia. En esto consistirá la humanización de las obras: en lograr que todos los profesionales trabajen por el enfermo, para el enfermo y con el enfermo, aplicando los mejores medios técnicos al servicio de la persona atendida[2].

2/2 Humanización de los factores estructurales y recursos materiales de la planta.
La humanización estructural del hospital no es una cosa más que hacer por añadidura. Es una acción que afecta a las relaciones, a las comunicaciones, al poder, a la vida afectiva en el hospital, en cuanto que esas relaciones, poder, comunicación y sentimientos se dirigen al enfermo y buscan su bienestar; el enfermo está en el centro del hospital humanizado.
Un hospital que no sepa dar estas respuestas, en el respeto a la libertad, la comunicación y la convivencia, no tiene ningún derecho a definirse como tal.
Cuando el paciente ingresa en una unidad o planta hospitalaria debe hacerse a un medio que le es extraño, un medio que no es el suyo, al que no está acostumbrado. Se procede a hacerle la valoración inicial, para pasar tras ella a una valoración física.
Los espacios por los que el paciente puede pasear, suelen ser asimismo lugares exentos de todo atractivo, pasillos, salas de espera ocupadas por sillas incómodas, recibidores que parecen almacenes y que no motivan para nada el encuentro.
Otro de los aspectos que suelen ocasionar tremendos enfrentamientos entre el ente hospital y el usuario, ya sea el mismo paciente o un familiar, es la burocracia, es decir, la intensa lucha con la administración. Los estamentos hospitalarios suelen estar mal definidos, al igual que sus funciones, o por lo menos son mal conocidas y dadas a conocer, con lo que se produce un estado general de aturdimiento laberíntico general en algo que debía ser fácil y rápido por la realidad de los hechos que no invita a perder el tiempo con papeleos y organigramas cuando alguien está enfermo y sufriendo.
Además del trato poco humano que el paciente sufre por las condiciones estructurales, el sector del personal sanitario también lo sufre. El lugar de trabajo debe ser un lugar agradable que propicie la labor.
Debe ser un lugar práctico y fácil de utilizar, ordenado y amplio, en el que cada cosa tenga su función y su espacio. Pero la idea de que humanizar la estructura del hospital no es solamente extender una capa de barniz sobre las paredes de una casa. Las acciones que se deberían llevar a cabo para conseguir estos resultados serían:
  1. Mejorar la información. 
  2. Establecimiento de programas de formación el campo de la humanización de la asistencia sanitaria, para todos los estamentos del centro. 
  3. Potenciar los recursos materiales y estructurales. 
  4. Mejorar los servicios de hostelería. 
  5. Establecer y mejorar el diseño hospitalario con:
    • Habilitación de lugares adecuados a enfermos terminales. 
    • Habilitación de salas de espera, cómodas y limpias. 
    • Habilitación de lugares en planta para la convivencia y el tiempo libre del enfermo. 
    • Habilitación de lugares de expansión para niños ingresados. 
    • Establecimiento de recursos que permitan respetar la intimidad del enfermo, sobre todo en los estados terminales.
Entre los medios o recursos materiales que se consideran necesarios para poner en marcha un plan de humanización en el hospital podemos encontrar:
  1. Aprovechar y gestionar adecuadamente los recursos y medios existentes. 
  2. Liberar recursos materiales para humanización. 
  3. Cuidar el mantenimiento y limpieza del hospital. Tomar consciencia de que el hospital será aquello que nosotros queramos que sea. 
  4. Estudiar las causas de la masificación asistencial y buscar las soluciones más adecuadas. 
  5. Promover la creación de más centros hospitalarios en función de la demanda asistencial. 
  6. Crear campañas de información sanitaria.
Los resultados de la humanización estructural que se deberían conseguir como prioritarios podrían ser:
  1. Mejorar y adecuar el diseño hospitalario pensando en el enfermo y su familia. 
  2. Potenciar el Servicio de Atención al Usuario. 
  3. Potenciar las Unidades de Trabajo Social. 
  4. Potenciar la creación y funcionamiento de comités, especialmente la Comisión de Humanización. 
  5. Dar respuesta a los problemas de personal, gestionándolos adecuadamente a las necesidades reales. 
  6. Reconocimiento personal y profesional al personal por su labor bien hecha. 
  7. Introducir los temas de humanización en la formación continuada de los profesionales.
Pierluigi Marchesi O.H. es muy consciente en sus escritos de cuanto queda dicho[3]. Y se atreve a pergeñar algunos rasgos o perfiles. Para estar realmente humanizado, la estructura del hospital debe presentar las siguientes características: 
  • Debe estar abierto de par en par, ser transparente: Podrán no solamente visitarlo todos, dentro del respeto a su eficiencia, sino también verlo y criticarlo por medio de sugerencias que hagan cada vez más esmerado el servicio. El hospital abierto convoca, en torno al enfermo, a los parientes, a los amigos, a los enfermeros, a los médicos, al ambiente, al territorio; sobre todo para recibir sugerencias, para crear en su interior un flujo de humanidad ante los sufrimientos del mundo sin filtros ni falsas prevenciones. 

  • El hospital debe presentar un esquema de poder concreto, transparente en todos los niveles: Es este un proceso de especial importancia para garantizar la eficacia, la eficiencia, la satisfacción de las necesidades del enfermo. De esta manera, el esquema de poder, modelado claramente según las necesidades efectivas, representa un medio eficaz para trabajar de modo organizado y convergente, en una atmósfera de lucidez, de responsabilidad y de valoración de las funciones de todos. 
  • El hospital humanizado tiene que creer en el trabajo en grupo: En él no se temen las reuniones ni el trabajo en equipo; más aún, se hace todo lo posible para fomentarlos y mejorarlos: para crear el gusto de comunicar, de caminar juntos, de sostenerse mutuamente, con la convicción de que todos los agentes juntos humanizan. 
  • El hospital debe atender a la formación permanente: No se crea un hospital humanizado, si la formación permanente no garantiza a todos un punto de referencia constante para mantenerse no sólo al día, sino también siempre prontos para el trato con los enfermos y con los colegas. Se mira al futuro. 
  • El hospital tiene que ser una casa familiar: Es una comunidad que encara con seriedad el dolor, que no teme la derrota, que produce e induce en las personas la esperanza. Es el gozne en torno al cual gira la vida profesional, afectiva, intelectual de los trabajadores, de los enfermos, de los familiares.
En definitiva, ¿la humanización del hospital es un acto de justicia o de caridad?, se pregunta Marchesi[4]. Y se hace el siguiente razonamiento impregnado de corazón e inteligencia:
El samaritano hace todo gratuitamente, según un cierto espíritu, no impulsado por la ley. [...] Sobre si la Humanización sea un acto de justicia o de caridad, respondo de inmediato: actualmente es lo uno y lo otro [...] Así la caridad se transforma en un instrumento de justicia más eficaz que cualquier reforma o revolución social.

2/3 Humanizar las relaciones laborales.
La comunicación como pilar en la humanización de las relaciones laborales: Las vías de comunicación son fluidas, ágiles. La mayor parte de la conducta social tiene lugar entre individuos que mantienen algún tipo de relación personal, parejas, amigos, parientes, compañeros de trabajo, vecinos o relación profesional, como la que existe entre médico y paciente.
La mayoría de la gente que busca ayuda o entrenamiento para mejorar su conducta social y quiere ayuda para mejorar sus relaciones.
Como factor importante e imprescindible en todo camino hacia una correcta y factible humanización se presenta, necesariamente, una comunicación plena y satisfactoria entre dos personas que necesariamente han de compenetrarse en el logro de un objetivo común ya sea laboral, o meramente curativo en una relación sociosanitaria.
Los diversos aspectos de las relaciones pueden medirse empleando métodos objetivos o subjetivos. Los datos conductuales poseen la ventaja de una mayor objetividad, pero suelen limitarse a muestras de comportamiento pequeñas y atípicas.
Un amplio conocimiento del fenómeno de la comunicación nos servirá para estudiar la formación y el debilitamiento de las relaciones, para analizar los factores causales complicados, para investigar el papel de las variables de personalidad, la semejanza, averiguar los efectos de las relaciones sobre la salud y otros aspectos del bienestar, y comparar las características de diferentes clases de relación...

Formación de un equipo multidisciplinar[5]: 
  • En la dirección. Cuando los máximos responsables del centro sean capaces de configurar un equipo de trabajo, estarán en condiciones de poder inspirar y animar a las demás partes del centro para que ellos también lo hagan. La tentación de la eficacia personalista es muy grande y los efectos en cadena de esta tentación, también. 
  • En los mandos intermedios. Deben marcarse una línea de trabajo en equipo que les permita poder asumir las inquietudes de los inferiores para hacerlas llegar a los superiores; del mismo modo que han de hacer llegar a los inferiores los planes de trabajo de la dirección. 
  • En los servicios asistenciales y no asistenciales. Cuando seamos capaces de trabajar de forma conjunta todas las personas que estamos atendiendo a un mismo enfermo o necesitado, en ese momento, le estaremos dando una respuesta integral.

Formación de un equipo de humanización (Comisión de Humanización).
Dotándolo de agilidad y dinámica con:
  • Representación de todos los estamentos. 
  • Conexión directa y comprometida con la Dirección General y demás direcciones del centro. 
  • Relaciones directas con la Unidad de Trabajo Social. 
  • Atención preferente a los aspectos humanos de la asistencia. 
  • Programas de Humanización[6].
Hay que lograr que todos los profesionales que hacen posible el servicio asistencial se sientan llamados a atender al enfermo, a la persona y a su familia, aplicando los mejores medios técnicos al servicio de la persona atendida.
Promover la información y la formación: Sin formación se puede trabajar muchísimo, pero sin formación no se puede ejercer una profesión. Y en el hospital hay que trabajar con profesionalidad. Sin formación no se hace asistencia, y se corre el riesgo de pasar a los otros.
Con la formación, se da más sentido, no solo a la propia vida profesional sino también a la humana[7].
En definitiva, actuando en estas dimensiones se pueden lograr los fines de la institución, eficiencia y evangelización.
Se producirá un mejor encuentro entre los protagonistas de los agentes sanitarios: sociedad, familia, enfermo y profesionales.
La Eficiencia está acorde como mejora y optimización de las prestaciones científicas y técnicas y, al tiempo, como plena profesionalidad de los trabajadores. La Pietas está acorde como característica de una orden religiosa en donde el enfermo debe ser curado y asistido a partir de su integralidad como persona y, en consecuencia, teniendo en cuenta todas sus dimensiones: material, psicológica, espiritual y social[8].

3/ Conclusión.
Humanizar es comprender al hombre en su totalidad, de forma puramente holística. Y esto solo es posible si caminamos hacia el encuentro del ser humano desde lo hondo: escuchando, conociendo, reconociendo sus problemas, sus esperanzas, sus dificultades, su historia. Pero el encuentro solo es posible en reciprocidad.
Humanizamos para humanizar. Y esto solo es posible si asumimos la valentía de reconocer nuestra propia historia también llena de soledad, fracasos, dificultades, esperanzas...
Solo desde ahí, renovándonos en profundidad, podemos redescubrir nuestros propios valores y los de los demás, reconociendo que toda persona es portadora de unos valores que la constituyen en sagrada.
Hoy podemos movernos ajenos al servicio a los enfermos: rechazar lo que va más allá de la pura función y actividad sanitaria. Hemos podido perder el valor del servicio a los enfermos y familias.
Humanización se ha contrapuesto, a veces, con la técnica, cuando no es esta una buena aproximación: una humanización sin técnica no es tal humanización.
Sin embargo, en nuestro mundo hospitalario, podemos prestar atención sólo al avance tecnológico, científico, al trabajo como tal, a la política.
Podemos hacer la actividad o el servicio técnico que hay que hacer porque está mandado y en el tiempo establecido.
Y podremos hacer extensivas a todos los profesionales de la salud algunas de las palabras y reflexiones de Luis Rojas Marcos[9] en este sentido: En medicina, la humanización es un componente necesario en la relación entre el médico y el enfermo, un arte de palabras, sentimientos y actitudes.
El médico lo expresa con compasión, tacto, comprensión, lo que a su vez evoca en el paciente, optimismo, confianza, seguridad y esperanza.
La decisión compartida constituye un paso irreversible, consistente con la continua subida del nivel cultural de la sociedad y la creciente importancia que le damos a la libertad de elección y al consentimiento informado de los pacientes.
Un elemento clave de la misión de la Orden Hospitalaria es la humanización. Presente ya desde los inicios en el servicio y las acciones de Juan de Dios, este elemento ha conocido un nuevo y rico significado a través del documento sobre la Humanización de Pierluigi Marchesi O.H.
Por humanización en la Orden se entiende un estilo de asistencia, cuidado, rehabilitación y también de gestión, centrado en la persona[10].
Y finalizando con unas palabras de Pierluigi Marchesi que, una vez más marca el camino y los senderos detallados de la finalidad de la asistencia integral de la Orden Hospitalaria:
Humanizar la medicina significa exactamente poner en el centro de nuestras actividades hospitalarias las expectativas más íntimas del ser humano [...] La auténtica humanización implica [...] compartir con el hombre el drama de su sufrimiento [...] Un hospital como el nuestro debería fijar en la entrada las tres “A” (Acoger, Acompañar, Amar), y debería confiar en sus trabajadores que interiorizan las tres “A”, desde que el enfermo se presenta en la portería hasta que sale curado [...] y ninguno debe constituirse en cómplice del hurto más perverso que un trabajador sanitario pueda realizar: aquello de no dar “el buenos días de la esperanza” a quien tal vez tenga miedo a morir[11].

Texto original: Revista Labor Hospitalaria nº 324
https://laborhospitalaria.com
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Notas I


[1] Para poder seguir la trayectoria de sus actuaciones Cf. Cervellera, G., Comolli, G.M. (2012). Ospitare i’uomo. La vita di Fra Pierluigi Marchesi. Milano: Áncora.
[2] Estas referencias están tomadas del documento presentado ante la Reunión que la Asociación Latinoamericana de Academias Nacionales de Medicina en Madrid, en noviembre de 1997.
[3] Cf. Cervellera, G., Comolli, G.M. (2012). O.c. p.81
[4] Torre Queiruga, A. (2011). Repensar el mal. De la ponerología a la teodicea. Madrid: Trotta.
[5] Marchesi, P.L. La Humanización. Madrid: Secretariado interprovinciai de España; 1981. Los textos que mencionamos están tomados del original italiano Umanlzzazione. Roma: Curia Generallzia del Fatebenefratelli; 1981
[6] Cf. Piles, P. El hospital: templo de la humanidad. Dolentium Homlnum. 1996;31:104-106.
[7] Cf. Plumed, C. Diario Médico. Febrero 1999.
[8] Cf. Cervellera, G., Comolli, G.M.( 2012). O.c. pp.14-15
[9] Marchesi, PL. (1981). Umanizzazione. Parte prima: l’umanizzazione missione improrogabile. Capitoio primo: i’uomo come centro. Roma: Curia Generaiizia dei Fatebenefrateiii. (La traducción es nuestra).
[10] Cf. Sánchez Martínez, J. o.h. (2014). Kénósis- Diakonla en el itinerario espiritual de San Juan de Dios. Granada: Archivo- Museo San Juan de dios "Casa de los Pisa”.
[11] Trías, E. (2010). La imaginación sonora. Argumentos musicales. Barcelona: Círculo de Lectores, p.149.
[12] Marchesi, PL. (1981). Ibidem.
[13] Cf. Cervellera, G., Comolll, GM. (2012). O.c. p.15
[14] Fernández Hontoria, P. Gerente del Area de Recursos Humanos de la consultora Cofor. 24 de julio de 2001.


Notas II


[1] Cf. Blázquez, J. "Bioética, genética y sociedad" en La Razón, Madrid 27.12.2001.
[2] Cf. Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. (2013). Carta de identidad. Madrid: Fundación Juan Ciudad, n. 5.1.1.
[3] Marchesi, P.L. Umanizzazione. (1981). Parte Terza: Verso l’alleanza con ¡I malato. Capitolo Primo: L’ospedale umanizzato. Roma: Curia Generalizia dei Fatebenefratelli.
[4] Ibidem.
[5] Cf. Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. (2013). Carta de identidad. Madrid: Fundación Juan Ciudad, 5.3.2.6
[6] Ibidem. 5.2.8.1.
[7] Cf. Cervellera, G., Comolli, GM. (2012.). O.c. p.133.
[8] Cf. Ibidem. p.123
[9] Cf. Rojas Marcos, L. Humanización de la medicina y calidad de vida. Diario Médico, 3.10.2001.
[10] Cf. EG 48-52 y Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. (2012). La Pastoral según el estilo de San Juan de Dios. Roma: Comisión General de Pastoral.
[11] Cf. Cervellera, G., Comolll, GM. (2012). O.c. pp. 118-122