La mejor manera que encuentro para expresar lo que es y produce la Hospitalidad, es la respuesta del ciego de nacimiento del que nos habla el pasaje de San Juan, en el capítulo 9, cuando Jesús se encuentra con este ciego de nacimiento, que una vez que Jesús lo cura de su ceguera, responde con dicha afirmación a los que le preguntan sobre cómo ha podido ser eso: “Solo sé que yo era ciego y ahora veo” O como me contestó una vez Fulgen ante la pregunta que yo le hice, en mis comienzos como consiliario de la Hospitalidad: ¿Por qué vas a Lourdes? ¿Para que nuestra Madre de Lourdes haga el milagro de sanarte de tu parálisis cerebral? La respuesta, aunque tardó bastante tiempo en decírmela, terminó por convencerme del valor y la necesidad de seguir trabajando, para que la Hospitalidad de Lourdes, siga estando presente en nuestra diócesis: “La Virgen ya ha hecho el milagro conmigo, yo antes de conocer la Hospitalidad, aunque estaba muy bien atendido, estaba desesperado y sin ánimo para vivir y ahora quiero que mis amigos, con los que vivo en la residencia, sientan como Dios y la Virgen nos quiere, y salgan de su postración interior.” Después de un tiempo me enteré que se había convertido en un gran dinamizador en el centro para personas con discapacidad en el que vivía.
Esta es una de las muchas experiencias que se viven en la hospitalidad, desde ella podría deciros que la Hospitalidad de Lourdes es uno de los muchos cauces que Dios utiliza para que por medio de nuestra Madre la Virgen de Luordes, nos encontremos con la misericordia de Dios y ella nos cure de nuestras discapacidades y cause en nosotros una “sanación integral”, que dinamice y llene de esperanza la realidad de la limitación, la enfermedad y discapacidad que podemos sentir o vivir. Está experiencia de fe la vives también como voluntario u hospitalario desde la acogida, el servicio, el cuidado y acompañamiento de los enfermos y personas con discapacidad en las distintas actividades y celebraciones que organiza la Hospitalidad Diocesana durante el año, especialmente en la peregrinación diocesana con enfermos y personas con discapacidad al santuario de Lourdes.
Ser voluntario de la Hospitalidad de Lourdes es querer hacer una opción de vida por el servicio, para sentir la alegría y felicidad que nos da la entrega a los demás. Y todo ello “como nuestra Madre la Virgen María”, quizás sea una de los rasgos más significativos de los voluntarios y hospitalarios, servir como lo hacía María, desde lo que Dios va obrando en nuestro interior, facilitando el encuentro de las personas a nuestro cargo con la misericordia de Dios.
Lógicamente la Hospitalidad no es una ONG, es Iglesia y constructora de la Iglesia. Así se vive especialmente en Lourdes, donde miles de fieles de todos los continentes; enfermos, personas con discapacidad, movimientos eclesiales, acompañados por sus obispos, celebran la fe que nos une y edifica.