Carta de la Delegación para la Pastoral de la Salud
A/A de todos los Sacerdotes de la Diócesis de Mérida-Badajoz
Queridos hermanos en el ministerio:
Estamos acercándonos a la fecha (11 de febrero, Jornada mundial del enfermo) en que celebramos la Jornada que inauguró S. Juan Pablo II en 1992, coincidiendo con un evento significativo para nuestra Diócesis, pues estábamos en plena celebración del Sínodo diocesano. De este momento arranca una reestructuración pastoral en nuestra diócesis, que necesariamente tenía que afectar también a nuestra pastoral de enfermos.
Como sabéis, hemos ido habituándonos a situar todos los años la Campaña dedicada al enfermo entre el 11 de febrero y el VIº Domingo de Pascua. Y en este periodo de tiempo cada comunidad parroquial y los voluntariados de carácter religioso, concentramos nuestras actividades para ofrecer a nuestros enfermos formas diferentes de manifestarles nuestra cercanía, y nuestro convencimiento de que siguen siendo útiles y los seguimos necesitando en nuestras comunidades.
Cada año la Campaña se centra en un mensaje significativo para los enfermos. Y en torno a este mensaje gira todo lo que se organiza. El tema elegido para la XXX Jornada Mundial del Enfermo es: “sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36). Acompañar a quienes sufren como consecuencia de la enfermedad es una obra de misericordia y una finalidad fundamental en la Pastoral de la Salud. Por ello en la Campaña del Enfermo, que transcurre entre el 11 de febrero y el VI domingo de Pascua (22 de mayo) de este año 2022, pondremos el acento en la importancia de “acompañar en el sufrimiento”.
En breve recibiréis por correo electrónico los materiales que orientan la Campaña, así como los temas que pueden interesar para la formación de los voluntarios, y el documento del Papa, así como el de los Obispos cuando se acerque la Pascua del enfermo. El cartel y algunas estampas os llegarán por correo postal.
Este año queremos poner en marcha la campaña del Testamento vital. La ofreceremos también dentro de la campaña del enfermo y os propondremos varias iniciativas para que sea más efectiva. La estamos preparando entre las delegaciones de Pastoral de la Salud y la de Familia.
Cordialmente:
La Delegación para la Pastoral de la Salud
Material de la Jornada
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA XXX JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO 2022
«Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes es misericordioso» (Lc 6,36).
Estar al lado de los que sufren en un camino de caridad
Queridos hermanos y hermanas:
Hace treinta años, san Juan Pablo II instituyó la Jornada Mundial del Enfermo para sensibilizar al Pueblo de Dios, a las instituciones sanitarias católicas y a la sociedad civil sobre la necesidad de asistir a los enfermos y a quienes los cuidan [1].
Estamos agradecidos al Señor por el camino realizado en las Iglesias locales de todo el mundo durante estos años. Se ha avanzado bastante, pero todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar a todas las personas enfermas, principalmente en los lugares y en las situaciones de mayor pobreza y exclusión, la atención sanitaria que necesitan, así como el acompañamiento pastoral para que puedan vivir el tiempo de la enfermedad unidos a Cristo crucificado y resucitado. Que la XXX Jornada Mundial del Enfermo —cuya celebración conclusiva no tendrá lugar en Arequipa, Perú, debido a la pandemia, sino en la Basílica de San Pedro en el Vaticano— pueda ayudarnos a crecer en el servicio y en la cercanía a las personas enfermas y a sus familias.
1. Misericordiosos como el Padre
El tema elegido para esta trigésima Jornada, «Sean misericordiosos así como el Padre de ustedes es misericordioso»(Lc 6,36), nos hace volver la mirada hacia Dios «rico en misericordia» (Ef 2,4), que siempre mira a sus hijos con amor de padre, incluso cuando estos se alejan de Él. De hecho, la misericordia es el nombre de Dios por excelencia, que manifiesta su naturaleza, no como un sentimiento ocasional, sino como fuerza presente en todo lo que Él realiza. Es fuerza y ternura a la vez. Por eso, podemos afirmar con asombro y gratitud que la misericordia de Dios tiene en sí misma tanto la dimensión de la paternidad como la de la maternidad (cf. Is 49,15), porque Él nos cuida con la fuerza de un padre y con la ternura de una madre, siempre dispuesto a darnos nueva vida en el Espíritu Santo.
2. Jesús, misericordia del Padre
Un pensador del siglo XX nos sugiere una motivación: «El dolor aísla completamente y es de este aislamiento absoluto del que surge la llamada al otro, la invocación al otro» [2]. Cuando una persona experimenta en su propia carne la fragilidad y el sufrimiento a causa de la enfermedad, también su corazón se entristece, el miedo crece, los interrogantes se multiplican; hallar respuesta a la pregunta sobre el sentido de todo lo que sucede es cada vez más urgente. Cómo no recordar, a este respecto, a los numerosos enfermos que, durante este tiempo de pandemia, han vivido en la soledad de una unidad de cuidados intensivos la última etapa de su existencia atendidos, sin lugar a dudas, por agentes sanitarios generosos, pero lejos de sus seres queridos y de las personas más importantes de su vida terrenal. He aquí, pues, la importancia de contar con la presencia detestigos de la caridad de Dios que derramen sobre las heridas de los enfermos el aceite de la consolación y el vino de la esperanza, siguiendo el ejemplo de Jesús, misericordia del Padre [3].
La invitación de Jesús a ser misericordiosos como el Padre adquiere un significado particular para los agentes sanitarios. Pienso en los médicos, los enfermeros, los técnicos de laboratorio, en el personal encargado de asistir y cuidar a los enfermos, así como en los numerosos voluntarios que donan un tiempo precioso a quienes sufren. Queridos agentes sanitarios, su servicio al lado de los enfermos, realizado con amor y competencia, trasciende los límites de la profesión para convertirse en una misión. Sus manos, que tocan la carne sufriente de Cristo, pueden ser signo de las manos misericordiosas del Padre. Sean conscientes de la gran dignidad de su profesión, como también de la responsabilidad que esta conlleva.
Bendigamos al Señor por los progresos que la ciencia médica ha realizado, sobre todo en estos últimos tiempos. Las nuevas tecnologías han permitido desarrollar tratamientos que son muy beneficiosos para las personas enfermas; la investigación sigue aportando su valiosa contribución para erradicar enfermedades antiguas y nuevas; la medicina de rehabilitación ha desarrollado significativamente sus conocimientos y competencias. Todo esto, sin embargo, no debe hacernos olvidar la singularidad de cada persona enferma, con su dignidad y sus fragilidades [4]. El enfermo es siempre más importante que su enfermedad y por eso cada enfoque terapéutico no puede prescindir de escuchar al paciente, de su historia, de sus angustias y de sus miedos. Incluso cuando no es posible curar, siempre es posible cuidar, siempre es posible consolar, siempre es posible hacer sentir una cercanía que muestra interés por la persona antes que por su patología. Por eso espero que la formación profesional capacite a los agentes sanitarios para saber escuchar y relacionarse con el enfermo .
En este contexto, deseo reafirmar la importancia de las instituciones sanitarias católicas: son un tesoro precioso que hay que custodiar y sostener; su presencia ha caracterizado la historia de la Iglesia por su cercanía a los enfermos más pobres y a las situaciones más olvidadas [5]. ¡Cuántos fundadores de familias religiosas han sabido escuchar el grito de hermanos y hermanas que no disponían de acceso a los tratamientos sanitarios o que no estaban bien atendidos y se han entregado a su servicio! Aún hoy en día, incluso en los países más desarrollados, su presencia es una bendición, porque siempre pueden ofrecer, además del cuidado del cuerpo con toda la pericia necesaria, también aquella caridad gracias a la cual el enfermo y sus familiares ocupan un lugar central. En una época en la que la cultura del descarte está muy difundida y a la vida no siempre se le reconoce la dignidad de ser acogida y vivida, estas estructuras, como casas de la misericordia, pueden ser un ejemplo en la protección y el cuidado de toda existencia, aun de la más frágil, desde su concepción hasta su término natural.
5. La misericordia pastoral: presencia y cercanía
A lo largo de estos treinta años el servicio indispensable que realiza la pastoral de la salud se ha reconocido cada vez más. Si la peor discriminación que padecen los pobres —y los enfermos son pobres en salud— es la falta de atención espiritual, no podemos dejar de ofrecerles la cercanía de Dios, su bendición, su Palabra, la celebración de los sacramentos y la propuesta de un camino de crecimiento y maduración en la fe [6]. A este propósito, quisiera recordar que la cercanía a los enfermos y su cuidado pastoral no sólo es tarea de algunos ministros específicamente dedicados a ello; visitar a los enfermos es una invitación que Cristo hace a todos sus discípulos. ¡Cuántos enfermos y cuántas personas ancianas viven en sus casas y esperan una visita! El ministerio de la consolación es responsabilidad de todo bautizado, consciente de la palabra de Jesús: «Estuve enfermo y me visitaron» ( Mt 25,36).
Queridos hermanos y hermanas, encomiendo todos los enfermos y sus familias a la intercesión de María, Salud de los enfermos. Que unidos a Cristo, que lleva sobre sí el dolor del mundo, puedan encontrar sentido, consuelo y confianza. Rezo por todos los agentes sanitarios para que, llenos de misericordia, ofrezcan a los pacientes, además de los cuidados adecuados, su cercanía fraterna.
A todos les imparto con afecto la Bendición Apostólica.
Roma, San Juan de Letrán, 10 de diciembre de 2021, Memoria de la Bienaventurada Virgen María de Loreto.
Francisco
[1] Cf. Carta al Cardenal Fiorenzo Angelini, Presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, con ocasión de la institución de la Jornada Mundial del Enfermo (13 mayo 1992).
[2] E. Lévinas, « Une éthique de la souffrance », en Souffrances. Corps et âme, épreuves partagées, J.-M. von Kaenel edit., Autrement, París 1994, pp. 133-135.
[3] Cf. Misal Romano, Prefacio Común VIII, Jesús, buen samaritano.
[4] Cf. Discurso a la Federación Nacional de los Colegios de Médicos y Cirujanos Dentales (20 septiembre 2019).
[5] Cf. Ángelus desde el Policlínico «Gemelli» de Roma (11 julio 2021).
[6] Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium (24 noviembre 2013), 200.