Psicólogo Clínico. E.U.E y
Fisioterapia San Juan de Dios.
Universidad
Pontificia Comillas. Madrid.
Este artículo, tomado de la Revista Labor Hospitalaria (nº 324), pretende aportar algunas pistas
por dónde enfocar el complejo tema de la humanización en relación con la
asistencia a las personas respecto a la salud y a la enfermedad. Hacer una
aproximación en torno a amplios aspectos que incluyen y puedan iluminar algo el
proceso de humanización basada en las aportaciones del P. Pierluigi Marchesi,
figura clave en la Orden Hospitalaria que dio nombre a esta manera de “hacerse
cargo” de modo ejemplar del enfermo en su globalidad y que ya puso en práctica San
Juan de Dios.
Una de las dimensiones más importantes para
seguir avanzando es la propia relación del profesional de la salud consigo
mismo, hasta el punto que no es posible la humanización si cada uno de ellos no
se empieza a humanizar a sí mismo, aceptando sus propias vulnerabilidades
personales y profesionales. Humanizarnos para humanizar. Y esto solo es posible
si asumimos la valentía de reconocer nuestra propia historia también llena de
soledad, fracasos, dificultades, esperanzas... Solo desde ahí, renovándonos en
profundidad, podemos redescubrir nuestros propios valores y los de los demás,
reconociendo que toda persona es portadora de unos valores que la constituyen
en sagrada.
Alguien
ha podido atreverse a decir que la deshumanización es la polución y
contaminación del hombre. Sencillamente porque estamos en una situación en la
que, el avance tecnológico es tal, que olvidamos lo que pasa al hombre; o lo
que significa también decir que se puede conocer todo sobre el hígado, pero no
lo que le sucede al hombre.
Es
opinión generalizada que no se abordan los aspectos positivos de las cosas y
los acontecimientos, mientras no surgen los negativos sobre los mismos sucesos
o estructuras. Es posible que, por razón de la inercia que nos invade a los
humanos, en cuanto nos descuidamos lo más mínimo, cuando algo se deja a la
fuerza de la inercia, tiende al deterioro.
Los
valores sociales, difícilmente pueden subsistir sin los paralelos contra
valores; la forma no se sostiene sin su fondo; el péndulo deja de serlo, cuando
está en reposo, cuando no oscila entre los extremos; la salud sólo empieza a
valorarse cuando empieza a faltar y surgen las enfermedades... No podría ser de
otro modo y, buscamos la humanización, porque nos damos cuenta de la deshumanización. Si
algo no funciona bien, es entonces cuando nos preocupamos en buscar soluciones;
difícilmente prevemos lo que va a suceder y ponemos en marcha elementos
preventivos: nos dejamos sorprender, y a veces ya no existen soluciones. Somos
más reactivos que proactivos.
Pero,
¿de qué hablamos cuando lo hacemos de la deshumanización, y
de qué cuando deseamos la humanización? No resulta nada fácil responder de
manera satisfactoria, ni a lo uno ni a lo otro, por eso se habla tanto, por eso
se diserta tanto, por eso se escribe tanto, sin suficiente conocimiento de
causa.
Esta
aproximación se hace partiendo de constataciones, teniendo en cuenta
preocupaciones y sabiendo que nunca se agotará el tema o se darán respuestas
satisfactorias para todos.
Pero,
conscientes de ello, no se renuncia a brindar esta oferta limitada, pero con el
deseo de aportar los frutos de una larga reflexión sobre el tema de la humanización en
relación con la asistencia a personas que tienen afectado el equilibrio
salud-enfermedad.
Por
descontado que no se caminará en soledad, sino de la mano de quienes saben y
tienen mucha experiencia tanto de sus limitaciones como de sus posibilidades: primer componente insustituible para ser humano. Se
solicitará ayuda, se recurrirá a quienes han tenido o han pasado por estas
reflexiones y ya se han adelantado para aportar algunas soluciones, que han
resultado válidas en su momento y que siguen en vigor todavía o resulta útil
revisar para ponerlas al día.
En
fin, esta reflexión inacabada, desea ser un grano de arena, que aporte algo a
la tarea común, que quiere mejorar nuestro propio mundo, y caminando al lado
del apreciado Ortega
y Gasset en su sentencia, fragmentada en la mayoría de las veces que se
cita, aunque para él significó uno de los núcleos de su planteamiento filosófico:
yo soy yo y mi
circunstancia y, si no la salvo a ella, no me salvo yo. Y
además porque el futuro no se puede improvisar, hay que crearlo con mimo y
cuidado, de lo contrario será un fracaso.
Nos
movemos en cierta cultura de la frivolidad. Algunos medios de comunicación lo
aprovechan, los compromisos políticos viven de ella, la imagen es lo único que
cuenta, pero en el fondo nos falta la base que sustente la posible fachada con
la que nos presentamos.
Aún
con el riesgo de ser tachados de derrotistas, somos navegantes del vacío, vacío
existencial y falta de sentido de la vida, que definiría Viktor Frankl. O también
estamos en la volubilidad de los valores culturales, tan manipulables y
cambiantes que, nos rebelamos y avergonzamos cuando tomamos consciencia o los
miramos con alguna perspectiva histórica, en la línea que señaló en su momento Hannah Arendt al
referirse a la cultura alemana, extensible a cualquier cultura: los mejores de todos serán aquellos que sólo
tengan por cierta una cosa que, pase lo que pase, mientras vivamos habremos de
vivir con nosotros mismos.
Las
actuaciones que cualquier profesional realicemos, nos delatan y revelan de qué
lado estamos, por la defensa de la vida o por la fácil postura de buscar lo que
menos nos complica. Como profesionales de la salud habremos de situarnos en y
desde la frontera de la salud, en definitiva, en la frontera de la vida y vida
con calidad, que implica la humanización.
En
pocas palabras, se desea hacer una aproximación en torno a amplios aspectos que
incluyen y puedan iluminar algo el proceso de humanización. No hace muchos años
(en el 2002) falleció tal como vivió, deprisa y maduro, Pierluigi Marchesi O.H., un
profeta polémico. Marchesi tuvo la facilidad de crear tantos simpatizantes como
también paralelos detractores, abrió caminos, convulsionó la institución de
Juan de Dios y señaló un punto de inflexión en la historia de la humanización.
Muchos
fueron los aspectos que se analizaron a raíz de su muerte jalonados por su
vida, entregada con total sinceridad a la Orden Hospitalaria[1],
más con la intención de atribuir a cada cual lo suyo, desde estas páginas,
devolvemos a Pierluigi Marchesi O.H. lo que le pertenece, antes de que otros
intenten arrebatárselo, como se ha pretendido desde otros ámbitos, incluidos
los religiosos.
La
palabra humanización aplicada
a la asistencia sanitaria, nacida en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios,
se ha difundido con acierto, ha calado en muchas esferas de acción, pero se ha
caído en rutina y se ha devaluado. La humanización se ha deshumanizado, se ha
despojado de significado. Hoy el mundo de la asistencia puede moverse ajeno al
servicio a los enfermos: al rechazar lo que va más allá de la pura función y
actividad sanitaria. Se ha podido perder el valor del servicio a los enfermos y
familias. Contamos con una atención más eficiente, pero más alejada de las
necesidades del hombre. Las profesiones sanitarias necesitan un nuevo reciclaje
a todos los niveles: sobre la vida, sobre la enfermedad, sobre el sufrir, y
sobre el morir; una
renovada formación para todos los que trabajan en los hospitales y centros de
salud.
Otros
colectivos, también lo dijeron años más tarde, confirmando aquellas ideas de
recuperación y reorganización o de reconquista de su identidad:
La medicina es humanismo total en el más amplio y
profundo sentido de la expresión; más: si la medicina es humanismo esencial, y
ambos consustanciados, aquélla es el suceso humano que, por sí mismo, revela
mejor que ningún otro testimonio el proceso de humanización del homínido.
La medicina es el hecho radical de auxilio y
asistencia, y cada uno de estos actos, intemporalmente, identifica lo humano en
cada ser-hombre.
Esta es la humanización de la medicina.
Si el humanismo desaparece de la medicina, es la
medicina la que desaparece y no el humanismo.
Tal el concepto radical: no es posible la
“deshumanización de la medicina”, sino “en la medicina”[2].
La
humanización trata de aportar a los agentes sanitarios su misión fundamental:
“Transformar lo impersonal en personal, para que quien sufre
pueda vivir su aventura humana y espiritual en un clima de amor y respeto”.
Se
necesitaba una activación de una práctica que redujera la distancia entre las
prestaciones ofrecidas y la expectativa de quien sufría la enfermedad, es decir
la humanización. Se necesitaba
“Mirar la enfermedad
en tanto que soportada por el hombre, por un ser que con frecuencia sufre sobre
un órgano su daño psíquico y, a veces también la llamada patología del
espíritu”.
Humanización
significa “hacerse cargo” de
modo ejemplar del enfermo en su globalidad, en un contexto en el que predomina
un mayor fraccionamiento y especialización[3].
Varios
apartados desean abordarse, sin perder de vista que se hace con una perspectiva
desde la hospitalidad, sin descartar una aproximación pluricultural, o desde un
estudio del mal[4]
como requiere la sociedad de la globalización que nos invade muy a pesar de
algunos detractores, que tal vez en su idealismo se nieguen a la evidencia.
Agradezco
las aportaciones del equipo interdisciplinar de la Clínica Nuestra Señora de La
Paz de Madrid que, durante más de dos años, hemos reflexionado y pensado en voz
alta, sobre cada uno de los Principios fundamentales de la Orden Hospitalaria,
y se ha procurado aplicar a la actuación diaria de nuestros trabajos en la
atención al enfermo mental, procurando destacar qué se apreciaba de
deshumanización, para poder llegar a realizar el adecuado proceso de humanización.
A
lo largo de esta reflexión estarán rezumando los Principios de la bioética que
van evolucionando tal como lo están haciendo en su reflexión los expertos:
desde la justicia pasando
a ser con otros, es decir, contemplando la dimensión social; la autonomía hará hincapié
en la dignidad e identidad de cada una de las personas y profesionales; la beneficencia hará
una llamada al cuidado y a la responsabilidad en el mismo; y la no maleficencia considerará
continuamente toda la dimensión de vulnerabilidad de la persona y de la persona
enferma.
En
consecuencia nuestros principios bioéticos serán: autonomía, dignidad, integridad y
vulnerabilidad de
cada una de las personas.
Una
de las dimensiones más importantes para seguir avanzando es la propia relación
del profesional de la salud y terapeuta consigo mismo, hasta el punto que no es
posible la humanización si cada uno de ellos no se empieza a humanizar a sí
mismo, aceptando sus propias vulnerabilidades personales y profesionales.
Y
de ahí podrá emanar el abordaje de la humanización como equipo, integrando en
el mismo, muy a pesar de las posibles resistencias, a los propios enfermos y
familias que habremos de implicar en la acción terapéutica.
El proceso es muy elemental, aunque laborioso: la propia humanización personal y profesional; la humanización de los componentes de los
equipos asistenciales y la implicación de cuantos participan en el proceso
rehabilitador.
Para
todo ello se abordará la mejor manera de establecer la comunicación entre los
más próximos hasta dar a conocer a la sociedad que nos rodea, cuanto hacemos y
se puede hacer, en pro de la mejor atención a las personas.
También
estaremos atentos a saber detectar las necesidades no cubiertas y las
necesidades de cambios en los ámbitos personales y sociales, pues nuestra
hospitalidad es un servicio a la sociedad.
1/Rastreando el concepto de humanización.
El
sentimiento común de las personas hace que se puedan abarcar infinitos matices
que definirían la humanización. Como muestra de ello sirva esta aproximación o
listado, que no pretende ser exhaustivo, tomado de manera directa y sin mayores
pretensiones en el desarrollo de diversos encuentros formativos y seminarios.
En estas concepciones se concentra la esencia del tema que nos preocupa pues
hablar de humanización implica:
- Atención personalizada, individualizada. Comprender y ayudar.
- No trabajar mecánicamente, es decir, sin olvidar que el enfermo es una persona con dignidad.
- Tener empatía, sentir con el otro. Humanización es la atención y cuidados basados en el respeto, cercanía. La utilización ás humanos. Dejar patente lo que nos diferencia de otros seres vivos y nos hace humanos: la razón.
- Proporcionar cuidados en las necesidades.
- Evitar las desigualdades.
- Es un término que resume: el trato humano, justo, equitativo y deseable que todo ser debería recibir en cualquier momento y no a expensas de un mal físico, social, biológico o psicológico.
- Hacer sentirse a una persona como tal, como una persona humana en todos sus ámbitos, a través de la autoestima, confianza, cariño, amistad, seguridad...
- Conjunto de acciones que se pueden realizar para conseguir un cierto bienestar, tales como: ayuda, apoyo...
- Humanización es individualizar el plan de cuidados en cada enfermo y tener presente el compendio holístico que ello representa.
- Forma de relación interpersonal que quisiéramos que utilizasen con nosotros en el caso de ser enfermos. Es decir, ser conscientes que antes que enfermo se es persona viva, que posee los mismos sentimientos que una persona sana (incluso más).
- Una atención humanizada es aquella que unifica la técnica con el apoyo empático a nivel psíquico y a nivel de sentimientos con el enfermo.
- Amar al prójimo como a uno mismo. Tener corazón.
- Tratar a la persona como una persona: por su nombre, no por su patología
- Administrar técnicas teniendo en cuenta a la persona. Respetar su intimidad, su historia personal, sus decisiones, su entorno familiar.
- Humanización consiste en proporcionar cuidados a la persona de manera: solidaria, digna, con respeto, empatía, teniendo en cuenta sus decisiones y sus valores.
- Un rasgo deshumanizador de la asistencia sanitaria actual es la cosificación. Cosificación es para Javier Gafo, la conversión del paciente en un objeto, perdiendo sus rasgos personales e individuales para ser identificado sólo como una patología.
- Atención a la persona no sólo desde la evidencia, sino basada en valores.
- La hospitalidad es el paradigma de la humanización.
- La humanización resulta ser un factor constitutivo de la calidad.
- No puede haber ética sin calidad, ni calidad sin humanización.
Humanizar podría ser,
comprender al hombre de forma puramente holística. Sólo desde ahí, renovándonos
en profundidad, podemos descubrir a los demás, reconociendo que toda persona es
portadora de unos valores que la constituyen como tal y dignifican, si hemos
progresado en la hospitalidad.
Humanizar
un hospital, un centro de salud, -se ha dicho desde el principio por Marchesi[5]-
es impedir que se pase de largo junto al hombre, impedir la inhumana división
entre persona y enfermedad.
La
humanización exige tener un proyecto ético de asistencia, con los recursos
necesarios, que defienda los derechos del enfermo, que respete el secreto
profesional, que informe a su debido tiempo de lo que el paciente necesita y
debe saber, que acompañe la angustia que, -sobre todo cuando el proceso de
enfermedad es grave-, aparece y que es difícil elaborar[6].
Se
ha contrapuesto con la técnica, cuando no es esta una buena aproximación: una
humanización sin técnica, no es tal humanización. La humanización, como acción
de humanizar, no la podemos mirar sólo por planos horizontales; ha de
orientarse también de manera vertical porque es un movimiento
ascendente-descendente-ascendente, o de otra manera,
“Es la asunción de los constitutivos más débiles del hombre
que son los que aproximan a la realidad del mismo, para descubrir de manera
intermitente los elementos constitutivos de otros niveles humanos[7]”.
El
primer paso para humanizar, es humanizarse, es decir, conseguir la unidad
personal que posibilita realizarse en la vida, sin perder el equilibrio
interno. Humanizarse es estar centrado en la propia autorrealización. La
humanización es una brújula que orienta la vida personal y la actuación en la
misma según unos patrones concretos que tienen en cuenta: una escala de
valores; el hombre como centro; el sentido de la vida a nivel personal y
profesional.
Una
institución, un lugar, se dice están humanizados, cuando en ellos actúan
personas humanizadas y, en consecuencia, se palpan las siguientes pautas:
- Hay transparencia y apertura, hay clara distinción de jerarquía y niveles de autoridad con unas vías definidas de comunicación fluidas: cada cual sabe lo que tiene que hacer.
- Se cree y practica el trabajo en equipo.
- hay confianza mutua.Hay inquietud por llevar a cabo una digna formación continuada a todos los niveles para mantener la disponibilidad para el encuentro con el enfermo, con los familiares, con los compañeros de trabajo.
- Se mira hacia el futuro sin estancarse en el presente que agoniza con el pasado.
En
el ambiente hospitalario, se puede llegar a prestar atención sólo al avance
tecnológico, científico, al trabajo como tal, a la política. Se puede hacer la
actividad o el servicio técnico que hay que hacer porque está mandado y en el
tiempo establecido. Pero:
- Moverse en la línea de la humanización significa haber adquirido una cultura que afine la sensibilidad para ver al enfermo con simpatía; haber depurado el juicio para tratar de comprenderlo en sus virtudes y miserias: haber elevado la razón de vida para estar presto a servirlo y ayudarlo.
- El desarrollo de la cultura de la humanización es una necesidad para el equipo interdisciplinar de salud, sin la cual será difícil brindar la comprensión, seguridad y apoyo que espera el hombre enfermo.
- Quienes trabajan en el mundo de la salud han de ser personas que aprendan todos los días a ser sensibles al dolor humano.
- La relación que se establece con la persona enferma y con su familia, es eminentemente humana, no se limita a lo profesional exclusivamente.
- Una cultura de la humanización sabe y aprecia lo relativo a la ciencia, y sabe que más allá de los descubrimientos, de los avances en el campo de la medicina, de la física, de la química, están las reacciones psíquicas del enfermo, su angustia y sufrimiento.
- Una cultura de la humanización se mueve en la civilización del amor, porque, las máquinas pueden realizar grandes cosas, pero nunca comprender el sufrimiento del enfermo, sus tensiones, o sus emociones.
- Tendremos que hacer lo que no lleguen a hacer las máquinas, esto es, el abordaje de los aspectos emotivos y afectivos.
La
humanización que se precisa hoy en la asistencia se ha de centrar a tres
niveles: personal, de
equipo e institucional. En definitiva, “Si nos acercamos al verdadero concepto de
humanización habremos realizado nuestro descubrimiento interior, habremos
vivido la auténtica y propia crisis de consciencia[8]”.
Juan
de Dios se aproxima al sentido y significado de la humanización en su esencia y
núcleo. Hace un recorrido, un itinerario para poder llegar a la meta y para
poder ser ejemplo para otros que siguen su obra de aproximación al mundo del
dolor y de la enfermedad, y en muchos casos del sufrimiento:
San Juan de Dios había recogido y cultivado -de ahí su gran
‘cultura’- la idea que surge de dedicar toda la vida al amor de Dios y al
servicio de los enfermos. Su caridad estaba orientada a proteger la vida
humana, a prestar honor al necesitado, a disminuir la miseria.
Esta era la cultura de nuestro Fundador, que protegía la vida
humana asistiendo al hombre en las necesidades corporales, en las morales y en
las espirituales[9].
Pero
Jesús de Nazaret,
ya había esbozado el itinerario de encarnación para experimentar y
potenciar la condición humana. José Sánchez O.H. ha delineado, como ninguno otro
anteriormente, el proceso definitorio de la radicalidad de la humanización en
Cristo y en Juan de Dios. Tomamos algunas notas que nos parecen conclusivas de
su reflexión[10]:
1. Abajamiento de Cristo: La kénósis-diakonia de
Cristo en el himno de Flp 2, 6-11: Tened los mismos sentimientos de Cristo:
[...] se despojó de su rango tomando la condición de esclavo, se rebajó
sometiéndose [...] hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo
levantó sobre todo.
2. Abajamiento de
Juan de Dios, locura de Juan de Dios: De la
infancia a la conversión, nuestro santo desciende paso a paso hasta las
profundidades de un sí total a Dios hasta ‘la locura’: es la hondura de su
kénósis de conversión, cuyo despojo ya nunca abandona, haciéndose radicalmente
cercano a los pobres en el abrazo de su misma pobreza real.
Posteriormente, esta misma kénósis
caracteriza y condiciona, en Juan de Dios, su forma particular de entrega a la
misión caritativa y su carisma personal de servicio en la diakonia del
Espíritu. [...] en el episodio de ‘la locura’ se resuelve todo su pasado, y todo
su futuro se orienta y encamina.
Dicha ‘locura’ puede ser
considerada como una forma de realización personal en la vivencia radical de la
kénósis de
Cristo.
En san Juan de Dios, su vivencia
de la kénósis de
Cristo está profundamente vinculada a la diakonia del Espíritu;
tanto, que no será posible vivir su carisma de servicio en la diakonia, sin el
contexto de despojo más radical aceptado en su kénósis.
Hay
autores de diversas disciplinas y artes que han pensado y actuado en sus
aportaciones en el mismo sentido:
“Para Juan (evangelista) la crucifixión es la exaltación
gloriosa. Incluso en el máximo rebajamiento, en la más radical kénósis, como
dice el texto al que pone música Johann Sebastian Bach al comienzo de su Pasión
según san Juan, incluso entonces sigue manifestando el Señor su dominio, su
señorío, su carácter de Dominus: esa Maiestas Domini cuyo efecto es la gloria[11]”.
La
esencia pues de la humanización viene a resultar que es, la aproximación, el
abajamiento a la realidad radical del hombre y del hombre en necesidad, para
desde ahí descubrir y tratarlo con la dignidad que le corresponde por el mero
hecho de ser persona: “La humanidad se convierte en divina en el momento en que lo
divino se hace humano[12]”:
En
concreto, la humanización de Juan de Dios para Pierluigi Marchesi O.H.,
consiste en que
“[...] Juan empieza a destruir su propia imagen, despojándose
y revolcándose en el barro y destruye su pasado distribuyendo las imágenes y
los libros que antes vendía, [...] la locura que le conducirá al Hospital Real
de Granada representa el momento supremo de este proceso de aproximación al
hombre sufriente que se convierte en símbolo antes de ser servidor [...]
Aquí el descenso hacia el hombre, el proceso de humillación y
de caída hacia el abismo de los sufrimientos morales y materiales consiguientes
a su ‘hacerse enfermo de mente’, es completa[13]”.
3/ Humanización y
calidad de la asistencia.
Nos
servimos de las ideas de Fernández Hontoria[14] para introducir el aspecto de la
humanización en contacto con la calidad asistencial ya que, potenciar el
capital humano, es clave para la excelencia de las empresas hospitalarias.
El
pleno desarrollo de la organización depende en gran medida del desarrollo del
potencial de los trabajadores.
En
el sector sanitario, como ha ocurrido en la mayoría de los servicios, las
acciones hacia la mejora de la calidad han sido las que más se han sucedido, inherentes
a la propia organización, de forma individual o grupal, y han pasado de abordar
aspectos parciales de la distribución del servicio, a extenderse a una
perspectiva más global e integrada.
La
actualización de los conocimientos, actitudes y habilidades de los
profesionales sanitarios es un requisito fundamental para garantizar la
excelencia de la práctica asistencial y la eficiencia en la gestión de los
recursos sanitarios.
Los
hospitales y centros sanitarios pueden desarrollar el pleno potencial de los
profesionales, elaborando estrategias de gestión de recursos humanos centrados
en los siguientes principios:
- Estableciendo políticas, estrategias y planes de recursos humanos.
- Estableciendo claras expectativas y objetivos.
- Identificando, desarrollando y manteniendo el conocimiento y la capacidad de las personas.
- Desarrollo de equipos de trabajo.
- Manteniendo las habilidades y aportando recursos.
- Aportando feedback como una herramienta de aprendizaje.
- Concediendo autoridad para actuar.
- Desarrollar estrategias de comunicación.
- Aportando estimulación, apoyo y reconocimiento.
En
consecuencia, un proyecto de gestión integral de la calidad en una organización
sanitaria se tiene necesariamente que acompañar de proyectos de cambios de
comportamiento humano en las siguientes dimensiones:
- Motivación de los profesionales.
- Establecer el contexto ideal del cambio.
- Asegurar la comunicación efectiva de objetivos.
- Coordinar y alinear los proyectos.
- Proveer de competencias y oportunidades.
- Preparar la masa crítica para el cambio.
- Formación en procesos de gestión y mejora de la calidad.
- Establecer políticas de reconocimiento.
En
conclusión, cada centro asistencial que se embarque en un proceso de cambio
hacia la excelencia de sus procesos asistenciales debe analizar minuciosamente
la estrategia a desarrollar, teniendo presente en todo momento del proceso las
peculiaridades y la madurez cultural de sus recursos humanos para realizar un
enfoque estratégico de los profesionales sanitarios que le permita aprovechar
las oportunidades y eludir las amenazas que se puedan presentar. En una palabra,
se precisa del principio de la humanización personal y asistencial.
Segunda parte
En
este capítulo se concreta la manera cómo humanizar la asistencia sanitaria a
través de la relación de ayuda. Esta relación consiste en ayudar a buscar en el
enfermo todos sus recursos personales para lograr superar la situación, así
como considerarle positivamente, aceptarlo incondicionalmente.
Esta
pequeña guía sobre cómo, a quién y qué humanizar se basa en unos valores
fundamentales como la vocación, la formación, la motivación, la calidad y la
toma de consciencia.
Los
profesionales de la salud sólo renovándose en profundidad, podrán redescubrir
sus propios valores y los de los demás, reconociendo que toda persona es
portadora de unos valores que la constituyen en sagrada. Como decía el Hno.
Pierluigi Marchesi, los profesionales deben interiorizar las tres A (Acoger,
Acompañar y Amar) desde que el enfermo se presenta en el hospital hasta que
sale curado.
1/Qué hacer para humanizar.
Podría
decirse que, de la antigua medicina tan sólo perdura, en cierto sentido, el
humanismo terapéutico. No cabe duda que las continuas aportaciones científicas
y biotecnológicas no sólo aportan artefactos o instrumentos, sino que además
generan cambios culturales de gran alcance.
Por
consiguiente, la propuesta bioética ha de ser clara e inequívoca: es preciso
avanzar en el ámbito de la investigación biomédica y, paralelamente, de forma
integrada con otros planos. Entre ellos el ámbito ético, jurídico y social.
Como
precisa el Premio Nobel de Medicina François
Jacob, una determinada época o cultura alcanza reconocimiento
especialmente, no tanto por la cantidad de conocimientos adquiridos, cuanto por
las preguntas que se formulan y replantean. Por los principios y criterios que
se elaboran y aplican[1].
Por
lo tanto, si la humanización de la asistencia sanitaria lo dan las personas
concretas, quedaría por matizar qué es necesario poseer para llevarlo a cabo.
Ya que para esta misión no nos basta con un título o disponer de tiempo libre y
buena voluntad: Para
acercarnos al ser humano que sufre necesitamos prepararnos y ejercitamos en el
arte de humanizamos y humanizar, en el arte de la relación de ayuda.
La
relación de ayuda tiene
como objetivo acompañar, ayudar a la persona a afrontar positivamente la
realidad que está padeciendo. En el mundo de la salud la relación de ayuda
buscará despertar en el enfermo todos los recursos personales que este posea
para así lograr superar la situación. Los enfermos necesitan ser escuchados más allá de su patología,
necesitan que alguien comparta con ellos el impacto que la enfermedad tiene en
su propia vida personal, familiar y social. Los agentes sanitarios deberíamos
ser expertos en el arte
de la escucha. Otra actitud que es importante mencionar es la consideración
positiva o acogida incondicional. Considerar positivamente al otro significa
creer en el otro, supone estar a favor de él, por encima de toda apariencia,
comportamiento o forma de expresarse. Aceptar incondicionalmente significa
tener la vista puesta en él, que es más que una enfermedad o un problema.
Para
ejercer la tarea sanitaria que ejercen los profesionales de la salud, y aún
más, para ejercerla con y desde la humanización hacen falta también unos
valores fundamentales sobre los que construir el resto y sin los cuales
difícilmente se podrá llegar a la humanización de la profesión. Estos son:
- La vocación o atracción por una profesión, actividad o forma de vida. Esta parte se relaciona con lo más íntimo del ser humano. Con ella se pretende mejorar nuestro ámbito de la salud y sobre todo aliviar a las personas que padecen enfermedades.
- La formación. Con este sentimiento, uno no se preocupa de alimentar el fuego de ayudar a los demás sino de ofrecer los mejores métodos diagnósticos y terapéuticos al enfermo.
- En tercer lugar, se necesita motivación. Se puede traducir en ilusión, esperanza. Esta motivación debe fomentarse en los sanitarios con una sólida formación humana, a prueba de burocracias, papeleos, estrés...
- Ser buen sanitario es el que ofrece calidad científica y calidad humana. La primera con una formación adecuada y confirmada mediante cursos, investigaciones, congresos, textos y publicaciones. La segunda por una formación humanística, ya que tratamos personas con patologías no enfermedades.
- Se debe tomar consciencia de los defectos y virtudes del personal, de la institución y de nuestra propia persona, y una vez hecho, preguntarnos a nosotros mismos si de verdad queremos una sanidad más humana, con las implicaciones de personal y el desgaste que conlleva, o dejarla como está.
El equipo del personal sanitario.
Dentro
del hospital se crea una línea de acción, compuesta de diversos miembros, cada
uno de ellos con unas funciones diferentes, a veces convergentes y otras veces
divergentes entre sí. Estos miembros forman un equipo de trabajo, que es
necesario se establezcan una serie de principios para que sea humano:
- El equipo tiene que ser interprofesional en sí mismo, es decir, no debe ser marcado por otra filosofía que no fuese la de la actuación profesional interrelacionada de los demás amplios sectores del hospital.
- No debe verse condicionado por ninguna idea o grupo fuese de lo que fuese, cada miembro en su vida personal puede estar adscrito a los sectores que sean, pero aquí el punto central es el ser humano enfermo, su familia y/o la comunidad en su más amplia aceptación, no estando condicionado a ningunas otras ideas ajenas.
- Nace voluntariamente y fuera de los cauces oficiales de la institución, si bien se puede trabajar, participar, impulsar en y con otros sistemas oficiales de los que el centro dispone en la actualidad o en el futuro.
- No tiene que ser un grupo cerrado ni finalista, es decir, se concibe como un sistema abierto en el que pueden integrarse de manera estable o circunstancial, cuantas personas y/o profesionales lo deseen y estén motivados por acciones y trabajos del mismo.
- No es un grupo que se crea como presión o interés frente a ningún sector profesional, asistencial, de la administración ni de ninguna de las demás instancias u organismos profesionales, es decir, valoran como el bien más preciado la independencia y, como fin último, la calidad humana de la asistencia sanitaria.
Consideramos
que no es posible prestar una asistencia humanizada, si dentro de los equipos
de trabajo, no se cuidan los modos de relación.
Creemos
que en los equipos interdisciplinares la humanización tiene un lugar fundamental
ya que la relación entre los miembros que componen la asistencia debe nutrirse
de los valores encaminados al respeto, la cercanía, la profesionalidad y la
cooperación.
Trabajamos
bajo el principio de que el centro de
interés es la persona asistida, pero consideramos que la
humanización debe integrar a todos aquellos miembros implicados en el proceso
terapéutico. Creemos que los profesionales son agentes activos de humanización
y desde esta posición es desde donde parte la reflexión sobre qué tipo de
relaciones debemos promover entre los compañeros de trabajo.
El
trabajo en equipo implica un esfuerzo por parte de todos en cuanto a la manera
en que nos acercamos al trabajo del otro, en el interés mostrado en conocer en
qué consisten las tareas del de al lado, en la actitud con la que escuchamos
sus opiniones y en la capacidad para respetar y reconocer el lugar desde el que
cada uno trabaja.
Las
habilidades de comunicación suponen el punto de partida que posibilita el
debate sobre el marco que queremos de cara al desarrollo diario de nuestro
trabajo, y ver si diversos modelos pueden ser encajados para su compatibilidad,
pues es fácil que de lo contrario compitan, anulen o no sean escuchados según
por quiénes sean defendidos. Dichas habilidades implican la capacidad para
plantear los problemas de forma abierta, para implicarse de forma activa en su
resolución, para poder expresar la diferencia o el desacuerdo, para hacer
renuncias personales y para compartir y sostener decisiones grupa- les que van
más allá de nuestros planteamientos individuales. Humanizar requiere una
actitud mental, afectiva y moral que obliga al profesional a repensar
continuamente sus propios esquemas mentales y a remodelar costumbres de
intervención para que se orienten al bien del paciente.
2/1/1 ¿Cómo humanizar al personal
sanitario?
El
equipo del personal sanitario lo forman distintos personajes desde distintas
situaciones en su trabajo que se conocen y definen normalmente en las
normativas y convenios. El médico, el enfermero/a, auxiliar sanitario, otros
(voluntarios, gestión y administración). De forma global exponen las
actividades más importantes que se deben llevar a cabo para la humanización del
personal:
- Humanizar no quiere decir ser más buenos, sino dar respuestas más adecuadas a las necesidades del enfermo.
- La medicina científica por sí sola no puede realizar este encuentro pleno, humano, entre el enfermo y el personal sanitario y médico.
- La formación universitaria o profesional del personal sanitario, por lo menos en nuestro país, no desarrolla las capacidades humanas que han de presumirse en todo profesional sanitario.
- La formación en la comprensión de los aspectos humanos del paciente encuentra una notable dificultad en el personal sanitario.
- El entrenamiento en las relaciones humanas es el resultado de la suma de experiencia intelectual y de experiencia emotiva, de información y de formación.
Es
cierto que un hospital que no sabe evolucionar con la ciencia y la técnica
puede quedarse al margen de estas y por tanto sin capacidad de interlocución;
pero no es menos cierto que la ciencia y la técnica comportan sus riesgos. La
constante evolución, la continua aparición de nuevos equipos y técnicas de
trabajo, tienen un peligro inherente de ir dejando de lado a la persona humana,
tanto al profesional como al paciente; pues en muchos procesos de trabajo, de
tener un papel fundamental, pasan a tener un papel secundario y en según qué
técnicas irrelevante.
Toda
esta evolución no es neutra; no queda al margen de la sensibilidad de la
persona y corre el riesgo de dejarla al margen. Cuando se trata del enfermo,
sujeto pasivo de toda esta actuación profesional, con mayor razón puede darse
esta evolución de aislamiento, de segregación, de despotismo tecnológico -todo
por el enfermo y para el enfermo, pero sin el enfermo.
Por
eso es imprescindible la incorporación de programas de humanización en los
centros y en las obras. Estamos haciendo referencia a la incorporación de
programas, no de servicios de humanización. Hay que lograr que todos los
profesionales que hacen posible el servicio asistencial se sientan llamados a
atender al enfermo, a la persona y a su familia. En esto consistirá la
humanización de las obras: en lograr que todos los profesionales trabajen por
el enfermo, para el enfermo y con el enfermo, aplicando los mejores medios
técnicos al servicio de la persona atendida[2].
2/2 Humanización
de los factores estructurales y recursos materiales de la planta.
La
humanización estructural del hospital no es una cosa más que hacer por
añadidura. Es una acción que afecta a las relaciones, a las comunicaciones, al
poder, a la vida afectiva en el hospital, en cuanto que esas relaciones, poder,
comunicación y sentimientos se dirigen al enfermo y buscan su bienestar; el enfermo
está en el centro del hospital humanizado.
Un
hospital que no sepa dar estas respuestas, en el respeto a la libertad, la
comunicación y la convivencia, no tiene ningún derecho a definirse como tal.
Cuando
el paciente ingresa en una unidad o planta hospitalaria debe hacerse a un medio
que le es extraño, un medio que no es el suyo, al que no está acostumbrado. Se
procede a hacerle la valoración inicial, para pasar tras ella a una valoración
física.
Los
espacios por los que el paciente puede pasear, suelen ser asimismo lugares
exentos de todo atractivo, pasillos, salas de espera ocupadas por sillas
incómodas, recibidores que parecen almacenes y que no motivan para nada el
encuentro.
Otro
de los aspectos que suelen ocasionar tremendos enfrentamientos entre el ente
hospital y el usuario, ya sea el mismo paciente o un familiar, es la
burocracia, es decir, la intensa lucha con la administración. Los estamentos
hospitalarios suelen estar mal definidos, al igual que sus funciones, o por lo
menos son mal conocidas y dadas a conocer, con lo que se produce un estado
general de aturdimiento laberíntico general en algo que debía ser fácil y
rápido por la realidad de los hechos que no invita a perder el tiempo con
papeleos y organigramas cuando alguien está enfermo y sufriendo.
Además
del trato poco humano que el paciente sufre por las condiciones estructurales,
el sector del personal sanitario también lo sufre. El lugar de trabajo debe ser
un lugar agradable que propicie la labor.
Debe
ser un lugar práctico y fácil de utilizar, ordenado y amplio, en el que cada
cosa tenga su función y su espacio. Pero la idea de que humanizar la estructura
del hospital no es solamente extender una capa de barniz sobre las paredes de
una casa. Las acciones que se deberían llevar a cabo para conseguir estos
resultados serían:
- Mejorar la información.
- Establecimiento de programas de formación el campo de la humanización de la asistencia sanitaria, para todos los estamentos del centro.
- Potenciar los recursos materiales y estructurales.
- Mejorar los servicios de hostelería.
- Establecer y mejorar el diseño
hospitalario con:
- Habilitación de lugares adecuados a enfermos terminales.
- Habilitación de salas de espera, cómodas y limpias.
- Habilitación de lugares en planta para la convivencia y el tiempo libre del enfermo.
- Habilitación de lugares de expansión para niños ingresados.
- Establecimiento de recursos que permitan respetar la intimidad del enfermo, sobre todo en los estados terminales.
Entre
los medios o recursos materiales que se consideran necesarios para poner en
marcha un plan de humanización en el hospital podemos encontrar:
- Aprovechar y gestionar adecuadamente los recursos y medios existentes.
- Liberar recursos materiales para humanización.
- Cuidar el mantenimiento y limpieza del hospital. Tomar consciencia de que el hospital será aquello que nosotros queramos que sea.
- Estudiar las causas de la masificación asistencial y buscar las soluciones más adecuadas.
- Promover la creación de más centros hospitalarios en función de la demanda asistencial.
- Crear campañas de información sanitaria.
Los
resultados de la humanización estructural que se deberían conseguir como
prioritarios podrían ser:
- Mejorar y adecuar el diseño hospitalario pensando en el enfermo y su familia.
- Potenciar el Servicio de Atención al Usuario.
- Potenciar las Unidades de Trabajo Social.
- Potenciar la creación y funcionamiento de comités, especialmente la Comisión de Humanización.
- Dar respuesta a los problemas de personal, gestionándolos adecuadamente a las necesidades reales.
- Reconocimiento personal y profesional al personal por su labor bien hecha.
- Introducir los temas de humanización en la formación continuada de los profesionales.
Pierluigi
Marchesi O.H. es muy consciente en sus escritos de cuanto queda dicho[3].
Y se atreve a pergeñar algunos rasgos o perfiles. Para estar realmente
humanizado, la estructura del hospital debe presentar las siguientes
características:
- Debe estar abierto de par en par, ser transparente: Podrán no solamente visitarlo todos, dentro del respeto a su eficiencia, sino también verlo y criticarlo por medio de sugerencias que hagan cada vez más esmerado el servicio. El hospital abierto convoca, en torno al enfermo, a los parientes, a los amigos, a los enfermeros, a los médicos, al ambiente, al territorio; sobre todo para recibir sugerencias, para crear en su interior un flujo de humanidad ante los sufrimientos del mundo sin filtros ni falsas prevenciones.
- El hospital debe presentar un esquema de poder concreto, transparente en todos los niveles: Es este un proceso de especial importancia para garantizar la eficacia, la eficiencia, la satisfacción de las necesidades del enfermo. De esta manera, el esquema de poder, modelado claramente según las necesidades efectivas, representa un medio eficaz para trabajar de modo organizado y convergente, en una atmósfera de lucidez, de responsabilidad y de valoración de las funciones de todos.
- El hospital humanizado tiene que creer en el trabajo en grupo: En él no se temen las reuniones ni el trabajo en equipo; más aún, se hace todo lo posible para fomentarlos y mejorarlos: para crear el gusto de comunicar, de caminar juntos, de sostenerse mutuamente, con la convicción de que todos los agentes juntos humanizan.
- El hospital debe atender a la formación permanente: No se crea un hospital humanizado, si la formación permanente no garantiza a todos un punto de referencia constante para mantenerse no sólo al día, sino también siempre prontos para el trato con los enfermos y con los colegas. Se mira al futuro.
- El hospital tiene que ser una casa familiar: Es una comunidad que encara con seriedad el dolor, que no teme la derrota, que produce e induce en las personas la esperanza. Es el gozne en torno al cual gira la vida profesional, afectiva, intelectual de los trabajadores, de los enfermos, de los familiares.
En
definitiva, ¿la humanización del hospital es un acto de justicia o de caridad?,
se pregunta Marchesi[4].
Y se hace el siguiente razonamiento impregnado de corazón e inteligencia:
El
samaritano hace todo gratuitamente, según un cierto espíritu, no impulsado por
la ley. [...] Sobre si la Humanización sea un acto de justicia o de caridad,
respondo de inmediato: actualmente es lo uno y lo otro [...] Así la caridad se
transforma en un instrumento de justicia más eficaz que cualquier reforma o
revolución social.
La comunicación como pilar en la
humanización de las relaciones laborales: Las vías de
comunicación son fluidas, ágiles. La mayor parte de la conducta social tiene
lugar entre individuos que mantienen algún tipo de relación personal, parejas,
amigos, parientes, compañeros de trabajo, vecinos o relación profesional, como
la que existe entre médico y paciente.
La
mayoría de la gente que busca ayuda o entrenamiento para mejorar su conducta
social y quiere ayuda para mejorar sus relaciones.
Como
factor importante e imprescindible en todo camino hacia una correcta y factible
humanización se presenta, necesariamente, una comunicación plena y
satisfactoria entre dos personas que necesariamente han de compenetrarse en el
logro de un objetivo común ya sea laboral, o meramente curativo en una relación
sociosanitaria.
Los
diversos aspectos de las relaciones pueden medirse empleando métodos objetivos
o subjetivos. Los datos conductuales poseen la ventaja de una mayor
objetividad, pero suelen limitarse a muestras de comportamiento pequeñas y
atípicas.
Un
amplio conocimiento del fenómeno de la comunicación nos servirá para estudiar
la formación y el debilitamiento de las relaciones, para analizar los factores
causales complicados, para investigar el papel de las variables de
personalidad, la semejanza, averiguar los efectos de las relaciones sobre la
salud y otros aspectos del bienestar, y comparar las características de
diferentes clases de relación...
Formación de un equipo
multidisciplinar[5]:
- En la dirección. Cuando los máximos responsables del centro sean capaces de configurar un equipo de trabajo, estarán en condiciones de poder inspirar y animar a las demás partes del centro para que ellos también lo hagan. La tentación de la eficacia personalista es muy grande y los efectos en cadena de esta tentación, también.
- En los mandos intermedios. Deben marcarse una línea de trabajo en equipo que les permita poder asumir las inquietudes de los inferiores para hacerlas llegar a los superiores; del mismo modo que han de hacer llegar a los inferiores los planes de trabajo de la dirección.
- En los servicios asistenciales y no asistenciales. Cuando seamos capaces de trabajar de forma conjunta todas las personas que estamos atendiendo a un mismo enfermo o necesitado, en ese momento, le estaremos dando una respuesta integral.
Formación de un equipo de humanización (Comisión de Humanización).
Dotándolo
de agilidad y dinámica con:
- Representación de todos los estamentos.
- Conexión directa y comprometida con la Dirección General y demás direcciones del centro.
- Relaciones directas con la Unidad de Trabajo Social.
- Atención preferente a los aspectos humanos de la asistencia.
- Programas de Humanización[6].
Hay
que lograr que todos los profesionales que hacen posible el servicio
asistencial se sientan llamados a atender al enfermo, a la persona y a su
familia, aplicando los mejores medios técnicos al servicio de la persona
atendida.
Promover la información y la formación: Sin formación
se puede trabajar muchísimo, pero sin formación no se puede ejercer una
profesión. Y en el hospital hay que trabajar con profesionalidad. Sin formación
no se hace asistencia, y se corre el riesgo de pasar a los otros.
Con
la formación, se da más sentido, no solo a la propia vida profesional sino
también a la humana[7].
En
definitiva, actuando en estas dimensiones se pueden lograr los fines de la
institución, eficiencia y evangelización.
Se
producirá un mejor encuentro entre los protagonistas de los agentes sanitarios:
sociedad, familia, enfermo y profesionales.
La
Eficiencia está acorde como mejora y optimización de las prestaciones
científicas y técnicas y, al tiempo, como plena profesionalidad de los
trabajadores. La Pietas está acorde como característica de una orden religiosa
en donde el enfermo debe ser curado y asistido a partir de su integralidad como
persona y, en consecuencia, teniendo en cuenta todas sus dimensiones: material,
psicológica, espiritual y social[8].
Humanizar
es comprender al hombre en su totalidad, de forma puramente holística. Y esto
solo es posible si caminamos hacia el encuentro del ser humano desde lo hondo:
escuchando, conociendo, reconociendo sus problemas, sus esperanzas, sus
dificultades, su historia. Pero el encuentro solo es posible en reciprocidad.
Humanizamos
para humanizar. Y esto solo es posible si asumimos la valentía de reconocer
nuestra propia historia también llena de soledad, fracasos, dificultades,
esperanzas...
Solo
desde ahí, renovándonos en profundidad, podemos redescubrir nuestros propios
valores y los de los demás, reconociendo que toda persona es portadora de unos
valores que la constituyen en sagrada.
Hoy
podemos movernos ajenos al servicio a los enfermos: rechazar lo que va más allá
de la pura función y actividad sanitaria. Hemos podido perder el valor del
servicio a los enfermos y familias.
Humanización
se ha contrapuesto, a veces, con la técnica, cuando no es esta una buena
aproximación: una humanización sin técnica no es tal humanización.
Sin
embargo, en nuestro mundo hospitalario, podemos prestar atención sólo al avance
tecnológico, científico, al trabajo como tal, a la política.
Podemos
hacer la actividad o el servicio técnico que hay que hacer porque está mandado
y en el tiempo establecido.
Y
podremos hacer extensivas a todos los profesionales de la salud algunas de las
palabras y reflexiones de Luis
Rojas Marcos[9] en este sentido: En medicina, la humanización es un componente
necesario en la relación entre el médico y el enfermo, un arte de palabras, sentimientos
y actitudes.
El
médico lo expresa con compasión, tacto, comprensión, lo que a su vez evoca en
el paciente, optimismo, confianza, seguridad y esperanza.
La
decisión compartida constituye un paso irreversible, consistente con la
continua subida del nivel cultural de la sociedad y la creciente importancia
que le damos a la libertad de elección y al consentimiento informado de los
pacientes.
Un
elemento clave de la misión de la Orden Hospitalaria es la humanización.
Presente ya desde los inicios en el servicio y las acciones de Juan de Dios,
este elemento ha conocido un nuevo y rico significado a través del documento
sobre la Humanización de Pierluigi Marchesi O.H.
Por
humanización en la Orden se entiende un estilo de asistencia, cuidado,
rehabilitación y también de gestión, centrado en la persona[10].
Y
finalizando con unas palabras de Pierluigi Marchesi que, una vez más marca el
camino y los senderos detallados de la finalidad de la asistencia integral de
la Orden Hospitalaria:
Humanizar
la medicina significa exactamente poner en el centro de nuestras actividades
hospitalarias las expectativas más íntimas del ser humano [...] La auténtica
humanización implica [...] compartir con el hombre el drama de su sufrimiento
[...] Un hospital como el nuestro debería fijar en la entrada las tres “A”
(Acoger, Acompañar, Amar), y debería confiar en sus trabajadores que
interiorizan las tres “A”, desde que el enfermo se presenta en la portería
hasta que sale curado [...] y ninguno debe constituirse en cómplice del hurto
más perverso que un trabajador sanitario pueda realizar: aquello de no dar “el
buenos días de la esperanza” a quien tal vez tenga miedo a morir[11].
Texto original: Revista Labor
Hospitalaria nº 324
Enlace a PDF II Parte
Notas I
[1] Para poder seguir la trayectoria de sus actuaciones Cf.
Cervellera, G., Comolli, G.M. (2012). Ospitare i’uomo. La vita di Fra Pierluigi
Marchesi. Milano: Áncora.
[2] Estas referencias están tomadas del documento presentado
ante la Reunión que la Asociación Latinoamericana de Academias Nacionales de
Medicina en Madrid, en noviembre de 1997.
[4] Torre Queiruga, A. (2011). Repensar el mal. De la
ponerología a la teodicea. Madrid: Trotta.
[5] Marchesi, P.L. La Humanización. Madrid: Secretariado
interprovinciai de España; 1981. Los textos que mencionamos están tomados del
original italiano Umanlzzazione. Roma: Curia Generallzia del Fatebenefratelli;
1981
[6] Cf. Piles, P. El hospital: templo de la humanidad.
Dolentium Homlnum. 1996;31:104-106.
[7] Cf. Plumed, C. Diario Médico. Febrero 1999.
[9] Marchesi, PL. (1981). Umanizzazione. Parte prima: l’umanizzazione missione improrogabile. Capitoio
primo: i’uomo come centro. Roma: Curia Generaiizia dei Fatebenefrateiii. (La
traducción es nuestra).
[10] Cf. Sánchez Martínez, J. o.h. (2014). Kénósis-
Diakonla en el itinerario espiritual de San Juan de Dios. Granada: Archivo-
Museo San Juan de dios "Casa de los Pisa”.
[11] Trías, E. (2010). La imaginación sonora. Argumentos
musicales. Barcelona: Círculo de Lectores, p.149.
[12] Marchesi, PL. (1981). Ibidem.
[13] Cf. Cervellera, G., Comolll, GM. (2012). O.c. p.15
[14] Fernández Hontoria, P. Gerente del Area de Recursos
Humanos de la consultora Cofor. 24 de julio de 2001.
Notas II
[11] Cf. Cervellera, G., Comolll, GM. (2012). O.c. pp. 118-122
Notas II
[2] Cf. Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. (2013). Carta de
identidad. Madrid: Fundación Juan Ciudad, n. 5.1.1.
[3] Marchesi, P.L. Umanizzazione. (1981). Parte Terza: Verso
l’alleanza con ¡I malato. Capitolo Primo: L’ospedale umanizzato. Roma: Curia
Generalizia dei Fatebenefratelli.
[5] Cf. Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. (2013). Carta de
identidad. Madrid: Fundación Juan Ciudad, 5.3.2.6
[10] Cf. EG 48-52 y Orden Hospitalaria de San
Juan de Dios. (2012). La Pastoral según el estilo de San Juan de Dios. Roma:
Comisión General de Pastoral.